El Gran Desmadre (Malas Madres 2) (2017)

“El Gran Desmadre (Malas Madres 2)” no es, en absoluto, una obra maestra cinematográfica. Pero tampoco es una completa decepción. La película, siguiendo los pasos de la primera entrega, ofrece una mirada, a veces demasiado caricaturesca, a la frustración y la desbordante carga de responsabilidades que enfrentan las madres modernas, especialmente en época navideña. La premisa, la rebelión de Amy, Kiki y Carla ante la presión de crear la Navidad perfecta para sus familias y la visita inesperada de sus propias madres, es un punto de partida sólido y reconocible para el público.

La dirección de la película, a cargo de Jennifer Miller, es funcional, pero carece de la audacia y el estilo que permitirían elevar la historia. Hay momentos en los que se echa en falta una mayor experimentación visual y un ritmo más dinámico. La película se aferra a la comedia convencional, a menudo recurriendo a gags visuales y diálogos que, si bien son efectivos en el primer acto, pierden fuerza a medida que avanza la trama. No obstante, Miller consigue mantener un cierto nivel de encanto, incluso en los momentos más estresantes y caóticos, y la película está bien editada, aunque con cierta tendencia a la sobrecarga de información en algunas escenas.

El reparto es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Kate McKinnon, como Amy, entrega una actuación brillante, demostrando un control impecable de la comedia física y la expresión facial. Rose Byrne, como Kiki, logra transmitir la desesperación y la necesidad de escape de una madre agotada, aunque su personaje a veces se siente un poco unidimensional. Pero es Patricia Clarkson, interpretando a la madre de Carla, quien destaca de manera destacada. Clarkson logra dotar al personaje de una mezcla perfecta de regaño, afecto y genuino desconcierto ante la situación, generando momentos particularmente memorables. La química entre el grupo de amigas es palpable, y las escenas que muestran su camaradería y sus debates sobre cómo afrontar la Navidad son las más gratificantes de la película.

El guion, aunque divertido, no escapa a la tendencia de la comedia que se basa en estereotipos y situaciones exageradas. La crítica a la presión social y a las expectativas familiares es presente, pero se presenta de una manera superficial y a veces forzada. Hay algunos diálogos inteligentes y observaciones agudas, pero la trama en general se siente algo predecible y carente de profundidad. El desarrollo de los personajes secundarios, si bien necesita ser más explorado, añade cierta complejidad al universo familiar de las protagonistas. El humor, a pesar de ser constante, a veces se siente como un recurso repetitivo, sin aportar nuevas perspectivas al tema central.

En definitiva, “El Gran Desmadre (Malas Madres 2)” es una comedia familiar entretenida que ofrece un alivio cómico bienvenido en época navideña. Si bien no alcanza la calidad de la primera entrega, la química del reparto y la honestidad con la que retrata las presiones que sufren las madres son elementos que merecen ser apreciados. No es una película que deje una huella imborrable, pero sí ofrece una experiencia agradable para aquellos que busquen una tarde de risas en la familia.

Nota: 6/10