El gran enredo (1986)

“El gran enredo” (2009) no es una obra maestra cinematográfica que dejará una huella imborrable en la memoria, pero sí es un entretenimiento divertido y una película con suficiente sabor a cine negro para resultar interesante, especialmente para aquellos que buscan una comedia criminal con un toque de romance y un ambientación visualmente atractiva. La película, dirigida con un toque de estilo por David Guggenheim, se sitúa en los años 50, en un ambiente de hipódromos opulentos y secretos oscuros, una elección que le permite a la película una estética convincente y una atmósfera llena de tensión. Guggenheim logra construir un ritmo pausado pero efectivo, permitiendo que la historia se desarrolle de manera orgánica, aunque a veces se siente un poco larga y con algunas escenas innecesarias.

El guion, basado en la novela homónima de George Simonton, presenta una trama ingeniosa que combina la intriga de un plan de robo con la comedia de los entrelazamientos amorosos. La premisa, en principio, podría resultar predecible, pero la película consigue mantener el interés gracias a la complejidad de los personajes y las constantes vueltas argumentales. Los diálogos, aunque a veces algo exagerados para el efecto cómico, son cuidados y contribuyen a la ambientación y la construcción de los personajes. Sin embargo, la trama principal, si bien intrigante, se ve afectada en algunos momentos por la falta de profundidad en la exploración de las motivaciones de algunos personajes secundarios, relegándolos a meros peones en el gran enredo. Es notable la forma en que se entrelazan las distintas líneas argumentales, generando momentos de genuina sorpresa y manteniendo al espectador en vilo hasta la última escena.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Jason Sudeikis y Isla Fisher se complementan muy bien como los dos ladrones, aportando a la vez humor y credibilidad a sus personajes. Sudeikis, especialmente, destaca con su interpretación del personaje principal, capaz de alternar con maestría entre la astucia del criminal y la vulnerabilidad de un hombre que busca una vía de escape. Peter Sarsgaard, en el papel del gángster, ofrece una actuación madura y convincente, mostrando una frialdad y un carisma inquietantes. La química entre Sudeikis y Fisher es uno de los puntos fuertes de la película, y su relación romántica, aunque algo descuidada, añade una capa de ternura a la trama. La presencia de Mark Rylance, como el viejo y misterioso corredor de caballos, es igualmente importante, aportando una atmósfera de autenticidad y un aire de peligro inminente.

En definitiva, “El gran enredo” es una comedia criminal entretenida y con un buen diseño visual. Aunque no alcanza la excelencia, ofrece un sólido entretenimiento con personajes interesantes y un ambiente evocador. La película, en esencia, es un recordatorio de que la suerte, el amor y la astucia pueden ser los mejores aliados, y que a veces, el mayor enredo es el que uno mismo crea. La película se beneficia de una banda sonora efectiva y de una fotografía cuidada que realzan la atmósfera de época.

Nota: 7/10