El Gran Gatsby (1974)

“El Gran Gatsby”, dirigida por Jack Clayton, no es solo una adaptación de la emblemática novela de F. Scott Fitzgerald; es una declaración visual de un período, un retrato estilizado y melancólico de la locura y el desencanto de la era del jazz. La película, estrenada en un momento oportuno en el que la estética retro estaba resurgiendo con fuerza, se presenta como una suerte de homenaje a la exuberancia y la desilusión de los años 20.

Clayton consigue, sin duda, recrear la atmósfera de la novela con una precisión sorprendente. La dirección de fotografía de Michael Waldron es absolutamente exquisita, empleando una paleta de colores deslumbrante pero también apagada, utilizando sombras y luces para guiar la narrativa de una manera muy sutil. Las fiestas de Gatsby son grandiosas, sí, pero también están impregnadas de una tristeza subyacente, de una vida efímera y de una promesa incumplida. Es una experiencia sensorial que transporta al espectador a ese mundo de excesos y vanidad.

La película está protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow, y las actuaciones son, en general, sólidas. Redford, como Gatsby, irradia una mezcla de encanto, melancolía y un aura de misterio que es fundamental para el personaje. Su interpretación es delicada, evitando la ostentación y transmitiendo con sutileza el anhelo de un amor perdido. Farrow, por su parte, ofrece una interpretación convincente como Daisy Buchanan, una mujer atrapada entre sus responsabilidades y sus deseos. La química entre ambos actores es notable, aunque a veces falta una profundidad emocional más intensa en la relación.

El guion, adaptado de la novela, se centra en la historia de amor entre Jay Gatsby y Daisy Buchanan, pero también explora temas más amplios como la clase social, la corrupción, la ilusión y la búsqueda de la felicidad. Se centra en la narrativa del pasado que Gatsby intenta reinventar, proyectándose en una imagen idealizada del amor y del éxito, que se desmorona inevitablemente al enfrentar la realidad. A pesar de la fidelidad a la obra original, el guion se siente un poco apresurado en algunos momentos, sacrificando, tal vez, la contemplación necesaria para que el espectador realmente internalice la desesperación del protagonista. La complejidad de los personajes secundarios se siente, en ocasiones, reducida y sus motivaciones, simplificadas.

En definitiva, "El Gran Gatsby" es una película visualmente impresionante, con actuaciones memorables y una atmósfera única. Si bien el guion podría haberse beneficiado de un desarrollo más lento y reflexivo, la película logra capturar la esencia de la novela y ofrece una reflexión sobre la naturaleza de la ilusión y la búsqueda de la felicidad en una época de excesos y desilusión. Es una película que se disfruta, en gran medida, por la experiencia sensorial que ofrece.

Nota: 7.5/10