El guardaespaldas (1992)

“El guardaespaldas” no es la comedia de acción que muchos podrían esperar, ni un thriller psicológico intenso. Es algo más complejo, y quizás, más interesante. La película, dirigida por estés, se presenta como un estudio sobre la obsesión, la fama y la pérdida de la privacidad, aunque lo hace a través del prisma de una trama de acción con giros inesperados. La premisa inicial – una cantante pop, Sydney, interpretada magistralmente por Rosamund Pike – que contrata a un guardaespaldas, el taciturno y extremadamente eficiente Mike (Joel Kinnaman), – para protegerse de amenazas anónimas – es sólida, pero el guion, a pesar de su buen ritmo inicial, a veces se siente un tanto predecible, adentrándose en clichés del género. Sin embargo, la película compensa esta falta de originalidad con la construcción gradual de una atmósfera de tensión palpable y con un desarrollo de personajes sorprendentemente interesante.

La dirección de estés es precisa y visualmente atractiva. Utiliza la luz y la sombra para crear una sensación constante de alerta, sin recurrir a excesos estilísticos. Las escenas de acción, aunque coreografiadas de manera eficiente, no son gratuitas; están integradas en la narrativa y sirven para profundizar en la situación de Sydney, mostrando la fragilidad que hay detrás de su imagen de estrella. La música, por supuesto, juega un papel fundamental, no solo como banda sonora de la acción, sino también como un elemento emocional que conecta con el estado de ánimo de la protagonista. El uso de ritmos y melodías específicas para diferentes momentos de la película es particularmente efectivo.

Las actuaciones son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Rosamund Pike ofrece una interpretación sutil y compleja de Sydney, una mujer poderosa y ambiciosa que, a pesar de su fama y fortuna, es vulnerable y atormentada. Su mirada transmite una mezcla de sarcasmo, miedo y resentimiento, lo que hace que su personaje sea profundamente humano. Joel Kinnaman, por su parte, interpreta a Mike con una reserva que le permite ser tanto un profesional implacable como un hombre con un pasado doloroso. La química entre ambos actores es notable, y su relación evoluciona a lo largo de la película, pasando de la desconfianza inicial a una comprensión mutua, aunque siempre marcada por la distancia y la incomunicación.

No obstante, la película no está exenta de fallos. Algunos de los giros argumentales, aunque efectivos, pueden parecer forzados y poco naturales. La resolución final, aunque satisfactoria, no alcanza la profundidad emocional que se había insinuado a lo largo de la película. El tema central de la pérdida de la privacidad en la era digital, aunque planteado, no se explora con la profundidad que merecía. Sin embargo, “El guardaespaldas” es una película entretenida, visualmente atractiva y con buenas actuaciones, que plantea preguntas interesantes sobre la fama, el miedo y la identidad. Es una historia sobre la soledad, la búsqueda de conexión y la dificultad de escapar de uno mismo, incluso detrás de una armadura de seguridad.

Nota: 7/10