El Havre (2011)

“El Havre” no es, en el sentido tradicional, una película de acción. Es una meditación sobre la dignidad humana, la empatía y la resistencia silenciosa ante la opresión. La película de Olivier Nakache y Eric Toledano, basada en la novela homónima de Sammy Bensadoun, se erige como un faro de esperanza en un contexto de creciente xenofobia y rechazo a los inmigrantes. La trama, aunque sencilla, posee una resonancia emocional poderosa, que se basa en la historia de Marcel Marx, un hombre que renuncia a su vida bohemia para encontrar una conexión genuina con la realidad, y su inesperada decisión de proteger a un niño negro llegado de África.

La dirección es notablemente efectiva. Nakache y Toledano construyen una atmósfera palpable de Le Havre, mostrando la ciudad con un realismo que va más allá de la mera estética. El sonido es clave: el bullicio del puerto, la lluvia constante, las conversaciones callejeras... todo contribuye a inmersionar al espectador en la vida cotidiana de un barrio obrero francés. La película no recurre a efectos especiales grandilocuentes, sino que confía en la sutileza y en la fuerza de las imágenes. La película no busca bombardear al espectador con drama, sino que permite que las emociones emerjan de forma natural, lo que la convierte en una experiencia más humana y memorable.

La película destaca por sus actuaciones. Romain Duris ofrece una interpretación conmovedora de Marcel Marx, un hombre que evoluciona a lo largo de la historia. Su personaje no es un héroe clásico; es un hombre ordinario, con sus propias dudas y limitaciones. Sin embargo, se ve obligado a actuar cuando la situación lo requiere, demostrando un coraje silencioso y una inquebrantable creencia en la bondad humana. La interpretación de Pio Dessi, el niño Samuel, es particularmente notable. Dessi transmite una vulnerabilidad y una determinación increíbles, y logra conectar profundamente con el público. Las secundarias interpretaciones, de actores desconocidos para muchos, son igualmente sólidas, aportando autenticidad y riqueza al universo cinematográfico.

El guion es el corazón de la película. Se centra en la transformación de Marcel, un hombre que encuentra un propósito en la vida a través de una simple acción: proteger a un niño. No se trata de una lucha épica contra el sistema, sino de un acto de solidaridad individual que, sin embargo, desencadena una serie de eventos que cuestionan los mecanismos de la sociedad. La película aborda temas como la inmigración, la discriminación, la responsabilidad social y la importancia de la comunidad, pero lo hace de una manera inteligente y sin sermones. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita al espectador a reflexionar sobre su propia postura frente a la inmigración y la exclusión social. La ambigüedad moral de algunos personajes y la gradual complicación de la situación añaden profundidad y complejidad a la narrativa.

En definitiva, “El Havre” es una película preciosa y conmovedora que te dejará pensando mucho después de que terminen los créditos. No es un espectáculo, sino una invitación a la empatía y a la acción. Es un recordatorio de que la grandeza se encuentra en las pequeñas cosas y en la capacidad de hacer el bien, incluso en los momentos más difíciles.

Nota: 8/10