El hechicero y la serpiente blanca (2011)

“El Hechicero y la Serpiente Blanca” (2023) es una película que intenta capitalizar el rico legado del cine de artes marciales chino, especialmente el de la Shaw Brothers, y el respeto que se le tiene a sus trabajos clásicos. Sin embargo, la cinta, dirigida por Chen Zheng Ping, se siente a veces como un homenaje demasiado consciente de sí mismo, que sacrifica la originalidad por la nostalgia, resultando en una experiencia visualmente atractiva pero narrativamente predecible.

La película se centra en la historia de amor entre Raymond Lam y Huang Shengyi, interpretando a un joven estudiante, Li, y la bella Bai Lan, una serpiente blanca que busca recuperar su forma original y su alma. La química entre Lam y Shengyi es, en su mayoría, convincente; ambos actores logran transmitir la intensidad de sus emociones, aunque la construcción de su romance a veces resulta un tanto convencional y carente de la sutileza que caracteriza a las mejores historias de amor del género. Jet Li, en un papel secundario, aporta un aire de respeto y sabiduría a través de su personaje del monje Fahai, pero su presencia, aunque efectiva, no consigue elevar significativamente la trama.

La dirección de Chen Zheng Ping se caracteriza por una estética visualmente rica y elaborada, repleta de efectos especiales que evocan el glamour y el exotismo del cine de los años 60. Se logra recrear fielmente la atmósfera mágica y sobrenatural del folklore chino, utilizando una paleta de colores vibrantes y paisajes impresionantes. Sin embargo, a menudo el exceso de ornamentación visual resta dinamismo a la narrativa, desviando la atención del espectador de la acción y del desarrollo de la historia. Los coreografías de lucha, aunque presentes, no alcanzan el nivel de innovación y espectacularidad que se esperaría de una película inspirada en las artes marciales.

El guion, dirigido por Wang Yuetian, es quizás el punto más débil de la película. Si bien se apega a la estructura fundamental de la leyenda, carece de profundidad y originalidad. Los diálogos son a menudo forzados y las motivaciones de los personajes, especialmente de la serpiente blanca, no siempre están bien desarrolladas. La película se amarra demasiado a los elementos del clichè, perdiendo oportunidades para explorar temas más complejos o ofrecer una interpretación fresca de la leyenda. La historia original de “White Snake” (1962) y su remake de 1993, "Green Snake", con Maggie Cheung, demuestran que el material original ofrece mucho más que simplemente un romance sobrenatural; el guion actual no logra captar esa esencia.

A pesar de sus fallas, “El Hechicero y la Serpiente Blanca” puede resultar entretenida para aquellos fans del género y para quienes aprecien las artes marciales chinas. La película es un esfuerzo visualmente ambicioso, pero su falta de innovación y su guion predecible la impiden alcanzar su máximo potencial. Es un ejercicio de nostalgia estilizada que, aunque correcto, no deja una impresión duradera.

Nota: 6/10