“El hermano más listo de Sherlock Holmes” (1975) es, sin duda, una de las películas más excéntricas y desafiantes del cine de comedia de aventuras. No es un clásico, ni siquiera cercano a serlo, pero posee una singularidad que lo convierte en un objeto de estudio fascinante y, a veces, entretenido. La película, dirigida por Terence Fisher, no busca la brillantez intelectual de la original de Sherlock Holmes, sino que abraza la ridiculez con una naturalidad casi deliberada, creando un universo absurdo que te obliga a suspender la incredulidad.
La película se centra en Sigerson Holmes, interpretado con una agridulce ternura por Gene Wilder. Wilder, que ya tenía una trayectoria como cómico, encarna al detective “segunda fila” con una mezcla de frustración, resentimiento y un innegable encanto. Su Sigerson, a pesar de ser menos brillante que su hermano, posee un agudo sentido de la observación y un ingenio particular, que lo hacen el protagonista cómico de esta trama intrincada. La dirección de Fisher, aunque con un estilo visual algo austero, se enfoca en la creación de atmósferas visuales impactantes, utilizando la fotografía de Percy De Françoise para exagerar los colores, los sets y los efectos especiales, lo que contribuye enormemente al tono general de la película. Es un aspecto clave para entender el absurdo que domina la película.
El reparto es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Madeline Kahn aporta una sensualidad descarada y un humor mordaz como la cantante Lila Lovelace, mientras que Marty Feldman, como el asistente de ojos saltones, es un alivio cómico constante, aunque a veces un poco forzado. Dom DeLuise, en su papel de cantante de ópera convertido en chantajista, es una revelación. Su actuación es exagerada y ridícula, pero también tiene momentos de verdadera hilaridad. Las interacciones entre los tres actores generan momentos brillantes y la química entre ellos es palpable.
Sin embargo, el guion es la debilidad principal de la película. La trama es confusa y llena de giros inesperados que a veces resultan torpes. Las pistas falsas, los códigos secretos y los documentos robados son elementos que, aunque contribuyen a la atmósfera general, a menudo se presentan de manera poco convincente. La película se aferra a la exageración hasta el punto de la incoherencia. A pesar de ello, la película logra mantener el interés del espectador gracias a su tono absurdo, sus personajes memorables y sus momentos de humor brillante. La ambición de presentar un pastiche de elementos de la época, a veces, le resta solidez a la historia.
En definitiva, “El hermano más listo de Sherlock Holmes” no es una obra maestra cinematográfica. Es una película divertida, en cierto modo, pero también extraña y un tanto olvidable. Su valor reside en su particular mezcla de comedia, aventura y absurdo, y en la química entre sus actores. Es un entretenimiento ligero y campestre, ideal para una noche de cine sin pretensiones.
Nota: 6/10