El hombre con un zapato rojo (1985)

“El hombre con el zapato rojo” es una comedia de acción con un núcleo de torpeza y humor que, aunque no alcanza la gloria de las películas de espías clásicas, ofrece un entretenimiento ligero y efectivo. La premisa, un violinista aparentemente inofensivo arrastrado a una trama de espionaje por culpa de un zapato rojo, es inherentemente divertida y la película se basa en ella con una soltura que, en gran medida, resulta satisfactoria. Sin embargo, como muchas comedias de acción, evita la profundidad y se centra en la pura y dura acción con dosis generosas de situaciones absurdas y diálogos ingeniosos, aunque a veces excesivamente expositivos.

La dirección de Ben Palmer es pragmática y funcional. Se centra en el ritmo frenético de la persecución, utilizando tomas dinámicas y montajes rápidos que transmiten la sensación de constante peligro. Existe un cierto descaro en la presentación de la acción, que, lejos de intentarlo con sofisticación, abraza el torpezismo y la exageración. Esto, aunque podría ser visto como una debilidad, en realidad funciona a favor de la comedia, creando momentos cómicos genuinos, especialmente en las escenas de persecución donde la lógica se deja deliberadamente de lado. Palmer logra mantener la tensión, pero también saborea el caos que genera la situación.

El elenco ofrece actuaciones sólidas y, en el caso de Elisabeth Olsen, una presencia que se aprovecha al máximo. Su interpretación de Maddy es inteligente y carismática, mostrando una astucia y una vulnerabilidad que equilibran la actitud de agente de la CIA. El resto del reparto, que incluye a Glenn Close y Edgar Ramírez, cumple su función con profesionalidad, aunque ninguno de ellos se destaca particularmente. Sin embargo, la química entre Olsen y Ramírez es notable, alimentando el humor y la tensión de la historia. La actuación de Glenn Close, aunque limitada, aporta un toque de elegancia y misterio a la trama, sin perder su habitual personalidad magnética.

El guion es donde, en última instancia, la película falla más. Si bien la idea inicial es original, la ejecución no siempre es brillante. Se permite demasiados diálogos expositivos que, en lugar de avanzar la trama, interrumpen el flujo narrativo. La complejidad de la trama se reduce al mínimo y las motivaciones de algunos personajes no siempre están bien definidas. Además, el humor, aunque presente, a veces se siente forzado o demasiado dependiente del slapstick. No obstante, hay algunos momentos de ingenio y situaciones inesperadas que logran levantar la película por encima del promedio.

En definitiva, “El hombre con el zapato rojo” es un entretenimiento ligero y entretenido, que no dejará una huella imborrable, pero que ofrece un buen rato. Su fuerza reside en su ritmo ágil, las actuaciones sólidas, especialmente la de Elisabeth Olsen, y la premisa original. Es una película fácil de ver, que sabe divertir sin pretender ser una obra maestra del género espía. No es un hito, pero sí una película agradable para una noche de cine.

Nota: 6.5/10