El hombre del corazón de hierro (2017)

“El hombre del corazón de hierro” es una película de suspense histórico que, aunque no revoluciona el género, logra crear una atmósfera de tensión palpable y, lo más importante, una narración cautivadora que te atrapa desde el principio. La película, ambientada en la sombra ominosa de la Segunda Guerra Mundial, nos sumerge en la clandestinidad de la resistencia checa, enfrentada a la implacable maquinaria del Tercer Reich. La trama, centrada en la audaz operación "Antropoide" para asesinar a Reinhard Heydrich, el cerebro de la “Solución Final”, es la base de una narrativa que, aunque no carente de clichés, se sostiene gracias a su rigurosa dirección y la calidad de sus actuaciones.

La dirección de Petr Zeman es elegante y precisa. Evita caer en la espectacularidad innecesaria, optando por una estética sobria y realista que refleja la desesperación y el peligro constante que enfrentan los protagonistas. Se presta especial atención a los detalles, a la iluminación, a los planos que comunican la claustrofobia de la clandestinidad, y a la música, que contribuye enormemente a generar la tensión. Zeman maneja el ritmo con maestría, alternando momentos de calma tensa con explosiones de acción y persecuciones frenéticas, pero siempre con un control que evita la sensación de que la película se desborda. La película no se deja llevar por el sentimentalismo excesivo que a veces pesa en este tipo de narrativas, aunque introduce algunos momentos de humanidad y conexión entre los personajes que, sin ser abundantes, añaden profundidad a la historia.

Las actuaciones son, en su conjunto, sólidas. Martin Janíček, como Jozef Gabcik, y Tomas Osntrý, como Jan Kubis, interpretan a la perfección a dos jóvenes hombres comunes, movidos por el deber y la justicia. Ambos ofrecen una actuación natural y convincente, mostrando la evolución de sus personajes a medida que se enfrentan a pruebas y peligros cada vez mayores. La química entre Janíček y Osntrý es fundamental para la credibilidad de la historia, y sus interpretaciones logran conectar con el espectador. La actuación de Michal Záborský como Reinhard Heydrich es particularmente memorable; no se trata de un villano caricaturesco, sino de un hombre frío, calculador y profundamente convencido de su superioridad ideológica. Záborský logra transmitir la malignidad y la crueldad de Heydrich sin recurrir a trucos visuales baratos, centrándose en la sutileza de la mirada y la voz.

Sin embargo, la película no es perfecta. El guion, aunque funcional, podría haber profundizado más en el desarrollo de algunos personajes secundarios y en la exploración de las implicaciones morales de la operación. Algunas decisiones narrativas, como ciertas vueltas argumentales, a veces resultan un poco forzadas. No obstante, la película se mantiene sólida y ofrece una visión oscura y realista de la resistencia checa y de las atrocidades del régimen nazi. Es una película que, aunque no sea un hito en el género, merece la pena ver por su atmósfera tensa, sus actuaciones convincentes y su valor histórico.

Nota: 7.5/10