El hombre del norte (2022)

“El hombre del norte”, la adaptación de Neil Oliver del relato nórdico de Saxo Grammaticus, no es una película fácil de digerir. Robert Eggers, que ya demostró su maestría con "The Witch", regresa con una película visceral y oscura que no busca la espectacularidad, sino la atmósfera y la sensación. Este film es, ante todo, un viaje sensorial al mundo de los vikingos, y lo consigue con una atención al detalle asombrosa y una dirección que se apoya más en la sugestión que en la acción directa.

La película se centra en la historia de Amleth (Harris Dickinson), un joven que se prepara para la iniciación masculina cuando su tío, el rey Aurvandil (Björn Bengtsson), asesina a su padre y secuestra a su madre. Dos décadas después, Amleth, consumido por la venganza, emprende una búsqueda que lo lleva a convencer a un clan de vikingos para que le ayuden a llevar a cabo su plan. Lo que Eggers logra es crear una atmósfera de creciente tensión y paranoia, donde cada personaje parece estar jugando a un juego con reglas que nadie conoce del todo. La película no se basa en grandes batallas o escenas de acción pomposas; su fuerza reside en la sugerencia y el detalle en el comportamiento de los personajes, en las miradas y en las miradas furtivas.

La dirección de Eggers es impecable. El uso de la luz y la sombra, especialmente la iluminación natural, es espectacular y contribuye enormemente a la sensación de opresión y peligro constante. La película está rodada en blanco y negro, lo que refuerza la atmósfera sombría y ancestral, evocando fotografías históricas y dando una sensación de autenticidad que es notable. El diseño de producción, la vestuarización y el maquillaje son igualmente impresionantes, logrando recrear un mundo vikingo crudo, brutal y profundamente arraigado en las costumbres de la época. Se nota una investigación exhaustiva y un respeto por la cultura y la historia.

Las actuaciones son sólidas, pero es Harris Dickinson quien se destaca con una interpretación particularmente convincente. Su Amleth es un personaje ambivalente, vulnerable y atormentado por su pasado. Su capacidad para transmitir la creciente ira y la determinación del protagonista, sin caer en la caricatura, es encomiable. Björn Bengtsson, como el rey Aurvandil, es un villano formidable: frío, calculador y absolutamente despiadado. El resto del elenco, formado por actores nórdicos, complementa a la perfección la atmósfera general de la película. La química entre los actores es palpable, y contribuye a la credibilidad de las interacciones entre los personajes.

El guion, adaptado de una fuente antigua, es una adaptación inteligente. No intenta ser una recreación literal del relato, sino que lo adapta para el público moderno, manteniendo la esencia de la historia y los temas centrales: la venganza, la moralidad y el destino. Sin embargo, la película podría haberse beneficiado de una mayor claridad en algunas de las motivaciones de algunos personajes, y un ritmo ligeramente más ágil en la segunda mitad. A pesar de esto, la película logra transmitir de forma efectiva la complejidad de la historia y el dilema moral que enfrenta Amleth.

Nota: 7.5/10