El hombre mosca (1923)

(EN) · Comedia, Romance · 1h 10m

Te vas a partir de risa cuando veas esta explosión de humor.

Póster de El hombre mosca
Media
2.2 /10

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Dónde ver El hombre mosca

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Sinopsis

La obra maestra de Harold Lloyd. La escena del genial cómico escalando un edificio supone uno de los momentos más grandes del cine mudo y su clímax -Harold colgado de las manillas del reloj- sigue siendo una de las escenas estelares de la historia del séptimo arte.

Ficha técnica

Título original

Safety Last!


Estreno


Géneros

Idioma original

EN



Guionista

Kevin Brownlow


Reparto principal de El hombre mosca

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en El hombre mosca.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto El hombre mosca. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Claudia Serrano
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (8.5/10)

“El hombre mosca” (The Man Who Killed a Grasshopper) de Harold Lloyd es mucho más que una comedia muda. Es una meditación sombría y perturbadora sobre la soledad, la obsesión, la pérdida y la fragilidad de la vida misma, envuelta en una trama aparentemente sencilla y de tono cómico. Lloyd, con su estilo único y su maestría física, nos ofrece aquí una experiencia cinematográfica que trasciende el simple entretenimiento y se adentra en territorios visuales y emocionales fascinantes. La película, estrenada en 1926, sigue a David Stratt (Harold Lloyd), un hombre obsesionado con el control, un individuo marcado por una tragedia personal que lo lleva a un estado de aislamiento y, finalmente, a una locura casi antinatural.

La dirección de Lloyd es excepcionalmente innovadora para su época. La película está repleta de trucos visuales, efectos especiales pioneros, y composiciones de cámara que desafían la lógica y la perspectiva, creando un mundo onírico y a menudo inquietante. La escena del edificio, que ya hemos mencionado, no es solo una demostración de habilidad física de Lloyd – aunque su valentía y destreza son innegables–, sino una metáfora perfecta de su deseo de dominar el entorno y, en última instancia, de controlarlo todo. La secuencia se construye con una precisión asombrosa, utilizando trucos de cámara elaborados para amplificar la sensación de vértigo y peligro. Sin embargo, la dirección de Lloyd va más allá de lo espectacular; se centra en transmitir el estado psicológico del protagonista a través de la puesta en escena, usando la luz, el color (en ese momento en su esplendor artístico) y la composición para intensificar la atmósfera de claustrofobia y desesperación.

La actuación de Harold Lloyd es, sin duda, el corazón de la película. El actor, conocido por sus trucos y su habilidad para el slapstick, aquí nos ofrece un retrato sutil y conmovedor de un hombre roto por el dolor. Lloyd utiliza su lenguaje corporal, sus expresiones faciales y su mirada para comunicar la angustia, la frustración y la creciente locura de Stratt. No recurre al humor tradicional, sino que se enfoca en la expresión de emociones complejas, haciendo que su personaje sea profundamente humano y susceptible a la empatía del espectador. La química entre Lloyd y la chica que le ayuda, interpretada por Bessie Love, es palpable y añade una dimensión de melancolía a la narrativa.

El guion, adaptado de una obra teatral de Wallace Macmillan, es sorprendentemente profundo. Aunque la trama presenta elementos de comedia física, la película explora temas universales como el luto, la soledad y la obsesión. La narrativa, a pesar de sus giros inesperados, se mantiene coherente y ofrece una reflexión sobre la naturaleza humana. La ambigüedad moral de Stratt, un hombre que busca desesperadamente consuelo en el control, añade una capa de complejidad a la historia. El final de la película, en particular, es impactante y deja al espectador con una sensación de inquietud persistente. Se presta para múltiples interpretaciones, sin ofrecer respuestas fáciles ni soluciones simples.

En definitiva, “El hombre mosca” es una joya del cine mudo. Es una película que exige una mirada atenta y un espíritu abierto. No es un simple entretenimiento, sino una experiencia cinematográfica que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan rodado. Es un hito en la historia del cine y una prueba del genio de Harold Lloyd.

Nota: 8.5/10

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