“El hombre que inventó la Navidad” no es simplemente una película navideña más; es una meditación conmovedora sobre la soledad, el arrepentimiento y, en última instancia, la redención. Dirigida por Debbie MacGregor y basada en el cuento homónimo de Charles Dickens, la película se distingue por su enfoque poco convencional: no se centra en la historia original, sino en el proceso creativo de Dickens, específicamente en la concepción del personaje de Ebenezer Scrooge. MacGregor ha logrado con maestría evocar la atmósfera melancólica y la vulnerabilidad de un hombre en crisis, alejándose del cliché del villano navideño tradicional.
Hugh Laurie, en un papel que le queda como anillo al dedo, ofrece una interpretación magistral de Dickens. Laurie, conocido por su trabajo en la televisión y el cine, aporta una profundidad emocional que va más allá de la mera representación. Su Dickens es un hombre consumido por el fracaso, atormentado por la pérdida y la incapacidad para conectar con los demás. La película se beneficia enormemente de su capacidad para transmitir el peso de la desesperación, pero también de la chispa de la creatividad que finalmente le permite dar vida a Scrooge. Las actuaciones secundarias, especialmente la de Guy Pearce como el editor de Dickens, también son sólidas, aunque a veces se sienten un poco eclipsadas por la presencia imponente de Laurie.
El guion, adaptado de la novela de Dickens, es inteligente y delicado. En lugar de recontar la historia de Scrooge, la película se adentra en la mente del escritor, mostrando la lucha interna, la frustración y la búsqueda de inspiración que le llevan a crear a su personaje más icónico. La película utiliza flashbacks y fragmentos de la memoria para construir el mundo interior de Dickens, creando un ritmo cautivador y una sensación de inmersión. Los diálogos, en general, son bien escritos y transmiten la esencia del relato original, al tiempo que se adaptan a la perspectiva interna del protagonista. Sin embargo, la decisión de centrarse tanto en el proceso creativo, a veces, diluye el impacto dramático de la historia de Scrooge.
Visualmente, la película es preciosa, empleando una paleta de colores tenue y una iluminación que refleja el estado emocional del protagonista. La dirección artística es impecable, logrando transmitir la sensación de estar entrando en la mente de un hombre que recuerda su infancia y su pasado. La banda sonora, sutil y evocadora, complementa a la perfección la atmósfera melancólica de la película. La película no busca ser grandilocuente o espectacular; su fuerza reside en su honestidad emocional y su enfoque introspectivo. Es una película que te invita a la reflexión, a cuestionar la importancia de la compasión y el valor de las conexiones humanas.
En definitiva, “El hombre que inventó la Navidad” es una película valiente y conmovedora que ofrece una nueva perspectiva sobre un clásico navideño. No es una película para aquellos que buscan entretenimiento puro y directo, sino para aquellos que disfrutan de historias que despiertan la reflexión y el afecto.
Nota: 7.5/10
