El hombre que no sabía nada (1997)

“El hombre que no sabía nada” (The Man from Nowhere, 2008) es, en esencia, una comedia de enredos con una pizca de thriller, pero sorprendentemente, es mucho más que eso. Dirigida por Neil Marshall, la película se presenta inicialmente como una fábula sobre la ingenuidad americana y la búsqueda de un sueño, pero se transforma en una aventura trepidante, aunque con un ritmo desigual. Marshall, conocido por su trabajo visceral en "Rage" y "The Descent", aporta una energía frenética a la narración, y aunque a veces se siente ligeramente exagerada, contribuye a mantener al espectador enganchado, incluso cuando la trama se complica hasta el extremo.

La película se centra en Hank Pitt (Colin Firth), un hombre de Minnesota con una extraña fascinación por la seguridad y una habilidad peculiar para meterse en situaciones peligrosas. Su visita a Londres para reunirse con su hermano, el banquero James (Kevin McSorley), se convierte en la puerta de entrada a un mundo de espías, traiciones y planes para desestabilizar el delicado equilibrio de poder entre la Unión Soviética y el Reino Unido. Firth ofrece una actuación magistral, demostrando su versatilidad al interpretar a un personaje que oscila entre la torpeza y la sorprendente destreza. Su interpretación es sutil pero llena de matices, transmitiendo la confusión, la vulnerabilidad y la creciente determinación del personaje. McSorley, por otro lado, aporta la solidez y el pragmatismo de un hombre de negocios, proporcionando un contrapunto interesante a la personalidad excéntrica de Hank.

El guion, coescrito por Marshall y Ben Sherens, es donde la película presenta sus mayores fortalezas y sus peores debilidades. Las situaciones absurdas y la verosimilitud disminuyen a medida que avanza la trama, con giros argumentales que a veces resultan poco creíbles, aunque la película se esfuerza por mantener una atmósfera de tensión y suspense. Sin embargo, las escenas de acción son excepcionales, especialmente las coreografías de lucha, que son brutales, realistas y llenas de energía. Marshall demuestra un control total sobre el ritmo de la película, alternando momentos de humor con escenas de acción frenética con maestría. El diseño de producción es impecable, recreando la atmósfera opulenta y sombría de Londres durante la Guerra Fría, y la banda sonora contribuye eficazmente a crear una atmósfera de suspense e intriga.

A pesar de sus fallos, “El hombre que no sabía nada” es una experiencia cinematográfica entretenida y sorprendentemente emocionante. La película es una celebración de la valentía, la lealtad y la capacidad humana para adaptarse a circunstancias extraordinarias. Si bien el guion es, a veces, un poco rebuscado, la dirección de Marshall, las actuaciones de Firth y McSorley y las escenas de acción impactantes lo convierten en una película digna de ser vista. Es un ejemplo de cómo un director puede elevar una premisa sencilla a una película con un atractivo considerable.

Nota: 7/10