El incidente (2008)

“El Incidente” (The Incident) es una experiencia cinematográfica inquietante y, debo admitir, profundamente perturbadora. Dirigida por Robert Pollard, la película no busca grandes espectáculos visuales ni efectos especiales impactantes. En cambio, se concentra en crear una atmósfera de creciente paranoia y miedo psicológico, una estrategia que resulta sorprendentemente efectiva. No es una película que te asustará con sustos repentinos, sino que te abrazará con un tedio que se siente cada vez más opresivo a medida que avanza la trama.

La historia sigue a Elliot Moore, interpretado magistralmente por Michael Shannon, un hombre atormentado por un pasado sombrío. Shannon entrega una actuación impecable, transmitiendo una mezcla de vulnerabilidad, desesperación y creciente locura. Su presencia en pantalla es constante, e incluso cuando no está físicamente presente, su impacto emocional es palpable. El resto del elenco, aunque con menos protagonismo, cumple a la perfección. La relación entre Elliot y su esposa, Sarah (Laura Linney), se muestra frágil y conflictiva, lo que añade una capa de complejidad emocional a la narrativa. La química entre ambos actores es fundamental para la credibilidad de la historia.

El guion, escrito por Pollard y Shannon, es la verdadera joya de la película. Evita los clichés del género de terror y se adentra en un terreno más inquietante y ambiguo. La trama no ofrece respuestas fáciles ni explicaciones definitivas. La película se centra en la desorientación, la pérdida de la realidad y el impacto psicológico de un evento traumático. La narrativa se construye lentamente, permitiendo que el espectador se sienta cada vez más incómodo y desorientado junto con los personajes. Hay momentos en los que la película te obliga a cuestionar la propia realidad, lo que la convierte en una experiencia particularmente memorable.

La dirección de Pollard es precisa y minimalista. La película utiliza la iluminación y la fotografía para crear una atmósfera sombría y claustrofóbica. Hay un uso deliberado del sonido, con efectos que amplifican la sensación de paranoia y desasosiego. La banda sonora, aunque discreta, complementa perfectamente la atmósfera general de la película. No es una obra maestra visual, pero su atención al detalle y su enfoque en la creación de una atmósfera son admirables. El uso de las exteriores, principalmente rurales, contrasta con la creciente sensación de amenaza interior que siente Elliot, intensificando el terror.

En definitiva, “El Incidente” no es para todos los públicos. Requiere paciencia, un cierto gusto por lo inquietante y la disposición a aceptar la ambigüedad. No se trata de un thriller de suspense convencional, sino de una película que explora los límites de la razón y la percepción, dejando al espectador con una sensación persistente de inquietud y misterio. Es una experiencia cinematográfica que permanece en la memoria mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar.

Nota: 7/10