“El instante más oscuro” no es un drama histórico grandilocuente que pretende reescribir la narrativa de la Segunda Guerra Mundial. En cambio, ofrece una mirada íntima y claustrofóbica al proceso de toma de decisiones que enfrentó Winston Churchill en los meses críticos de 1940. La película se centra menos en las batallas y más en la tormenta interna del Primer Ministro, y es ahí donde su principal fortaleza reside: la representación psicológica del personaje, llevada a cabo con maestría por Gary Oldman.
Oldman, como es habitual en su carrera, entrega una actuación excepcional, absolutamente transformadora. No se trata de una imitación caricaturesca de Churchill, sino de un análisis profundo y sutil de su carácter. Vemos a un hombre atormentado por su pasado, superado por la culpa y el miedo, y luchando con una persistente duda existencial. Su mirada, la expresión facial, la forma de caminar; cada detalle contribuye a la creación de un personaje creíble, vulnerable y, a pesar de su indomable espíritu, profundamente humano. La película se construye en gran medida en torno a este monólogo interno, y Oldman lo explota al máximo, transmitiendo la angustia y el peso de la responsabilidad.
La dirección de Joe Wright (con quien Oldman ya colaboró en “La máscara del espía”) es cautivadora y, a veces, brutalmente efectiva. Utiliza un ritmo pausado, casi contemplativo, que refleja la lentitud del proceso de toma de decisiones. La ambientación, la fotografía en tonos grises y apagados, y la música, predominantemente operística, contribuyen a crear una atmósfera de tensión constante y de opresión. No hay grandes explosiones ni escenas de acción, en su lugar, se enfoca en los momentos de conversación y en las largas sesiones de reflexión, lo que exige una gran parte de la paciencia por parte del espectador.
El guion, adaptado de la novela homónima de William Manchester, está bien estructurado y, en su mayor parte, preciso en la recreación de los eventos. Sin embargo, a veces recurre a ciertas convenciones dramáticas para intensificar la emoción, lo que puede resultar un poco forzado. La película evita dar una visión simplista del conflicto, mostrando las complejidades y las contradicciones de la época. Se observa una considerable atención al detalle histórico, pero sin caer en la pedantería. No obstante, me temo que la profundidad del análisis podría haber sido aún mayor, explorando más a fondo las consecuencias de cada decisión y las motivaciones de los personajes secundarios, aunque estos aparezcan como meros reflejos del dilema central.
En definitiva, “El instante más oscuro” es un drama inteligente y emocionalmente resonante, que se beneficia enormemente de la entrega magistral de Gary Oldman. Si bien no es una película que deje una huella imborrable, sí que ofrece una perspectiva fascinante de un momento crucial en la historia de Gran Bretaña y un retrato sorprendentemente íntimo de un hombre que, a pesar de todo, se mantuvo firme en su propósito.
Nota: 7.5/10