“El Intruso” (The Intruder) no es una película que te deje con una sonrisa tonta al salir del cine, pero sí es una obra que te invita a la reflexión, a confrontar tus propios miedos y a cuestionar la naturaleza de la verdad y la percepción. Christopher Bell, el director y guionista, ha creado una atmósfera de constante tensión, una sensación de incomodidad palpable que se instala en el espectador desde el primer minuto y que, con notable maestría, se mantiene hasta el final. La película se centra en Joe Rose (Martin Henderson), un hombre que, tras una dolorosa pérdida, decide construir una nueva vida con su novia Claire (Lily James) y su joven hijo. Su vida aparentemente idílica se ve interrumpida por la aparición de un misterioso hombre en su jardín, un intruso que parece observarlos constantemente y que genera un sentimiento inquietante e irracional en Joe.
La película se construye sobre la base de la incertidumbre. La dirección de Bell es, sin duda, uno de sus mayores aciertos. Utiliza un lenguaje visual sutil pero efectivo, con tomas que enfatizan la soledad de Joe y la sensación de ser observado. La fotografía es evocadora, con una paleta de colores que oscila entre el verde exuberante del entorno rural y los tonos apagados que reflejan la desesperación emocional del protagonista. No hay jumpscares baratos ni artificios que intenten asustar al espectador, sino una estrategia más inteligente: crear una atmósfera de inquietud que se alimenta de la duda y la paranoia. La banda sonora, igualmente, contribuye a generar esta sensación de malestar, utilizando melodías melancólicas y sutiles alteraciones auditivas que refuerzan la idea de que algo no está bien.
El peso de la narrativa recae en los hombros de Martin Henderson, que ofrece una actuación sólida y convincente. Henderson transmite con maestría la creciente paranoia y el miedo de Joe, mostrando un hombre que lucha contra sus propios demonios internos. Su interpretación es sutil pero cargada de matices, evidenciando el conflicto interno entre la razón y la intuición. Lily James también se desenvuelve con naturalidad, aunque su personaje, Claire, a veces se siente un poco plano, relegado a ser el soporte emocional de Joe. Sin embargo, la película realmente gana fuerza cuando se introduce el personaje del intruso, interpretado con una presencia amenazante por Corey Reynolds. La ambigüedad de este personaje, su motivación y su relación con Joe, es el corazón de la historia, y Reynolds logra transmitir esa inquietante incertidumbre. Es un misterio que, paradójicamente, se resuelve con un giro argumental que, si bien es un poco forzado, mantiene al espectador enganchado hasta el final.
El guion, aunque presenta algunos puntos débiles en el desarrollo de algunos personajes secundarios y en la resolución final, se beneficia de una excelente puesta en escena y de las actuaciones de los protagonistas. El ritmo es pausado, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente. La película no pretende ser un thriller de acción, sino más bien un drama psicológico con elementos de suspense. El final, como mencioné antes, es un tanto precipitado, pero no resta valor a la experiencia global de la película. “El Intruso” es una película que invita a la reflexión sobre la vulnerabilidad humana, el trauma y la fragilidad de la percepción. Es un relato inquietante y provocador que te quedará en la memoria por mucho tiempo.
Nota: 6.5/10