El irlandés (2011)

“El Irlandés” (The Irishman), de Martin Scorsese, no es una película para ver si buscas un thriller trepidante o una historia de acción desenfadada. Es, en cambio, una meditación larga, introspectiva y brutalmente honesta sobre la vida, el poder y las consecuencias silenciosas de una vida dedicada al crimen. Scorsese, un maestro del cine, se entrega a una experiencia cinematográfica inmersiva y sobrecogedora, no por su ritmo, sino por su atmósfera y su profundísima capacidad de diseccionar la psique de sus personajes.

Robert De Niro ofrece una actuación monumental como Frank Sheeran, un asesino a sueldo irlandés que se convierte en el brazo ejecutor de un imperio de drogas. La longevidad de la filmación es, paradójicamente, una de sus mayores fortalezas. Ver a De Niro retratar el deterioro físico y mental de Frank, desde la juventud vigorosa hasta la vejez frágil, es una experiencia visceral. La actuación no es grandilocuencia, sino una transmisión sutil pero contundente de la amargura y el remordimiento que, lentamente, se instala en el protagonista. Al frente está Joe Pesci, cuya interpretación de Billy Costigan es un torbellino de furia contenida, humor negro y una vulnerabilidad inesperada. La química entre De Niro y Pesci es palpable, un diálogo tácito que se construye a través de miradas, gestos y, sobre todo, una profunda desconfianza.

El guion, adaptado de un libro de Charles Brandt, es meticuloso en su retrato de los vaivenes del narcotráfico durante la década de los 70. Scorsese no glorifica el crimen, sino que lo presenta como una actividad insidiosa que corrompe y destruye vidas. La película se centra en las relaciones humanas, en los lazos familiares, en las lealtades y los traiciones que se tejen a lo largo de décadas. La dirección de fotografía, con su paleta de colores apagados y el uso del blanco y negro en ciertas escenas, contribuye a la sensación de desolación y melancolía. La banda sonora, compuesta por Robbie Robertson, es particularmente efectiva, creando un ambiente tenso y opresivo que acompaña a la perfección la narrativa.

Sin embargo, “El Irlandés” puede resultar densa y prolongada. La película supera las tres horas de duración y, a pesar de la maestría técnica y la actuación excepcional de los protagonistas, algunos momentos podrían haberse acortado sin afectar la profundidad de la historia. La ausencia de momentos de acción convencionales, reemplazados por largas escenas de diálogo y contemplación, podría alejarse a algunos espectadores. No obstante, Scorsese logra mantener el interés a lo largo de toda la película gracias a la complejidad de sus personajes y a la perspicacia de su análisis. Es una película que invita a la reflexión sobre el pasado y sobre el peso de las decisiones que tomamos. Es, sin duda, un logro cinematográfico digno de ser visto y analizado.

Nota:** 8/10