El jefe de todo esto (2006)

“El jefe de todo esto” (Everything, Everywhere All at Once) no es la película que se espera después de la frenética y explosiva apertura. La película de Daniels, la dirección compartida por Daniel Kwan y Daniel Scheinert, es una montaña rusa emocional que, aunque descaradamente extraña en muchos aspectos, logra un equilibrio sorprendente entre la comedia absurda y la profundidad emocional. Inicialmente, la premisa – un hombre que se da cuenta de que la empresa que ha construido se basa en una mentira, y que su imagen pública se ve amenazada por la exigencia de conocer a su "presidente" – parece un chiste fácil, un disparador para un ejercicio de ciencia ficción delirante. Sin embargo, la película va mucho más allá de la mera parodia corporativa.

La dirección es, sencillamente, brillante. Daniels manejan la vertiginosa sucesión de universos paralelos con una maestría asombrosa, creando visualmente escenarios exuberantes y perturbadores a la vez. La edición es frenética, a menudo utilizando cortes rápidos y cambios abruptos de ritmo para reflejar el caos interno del protagonista, Waymond (interpretado con una sensibilidad conmovedora por Ke Huy Quan). El uso del color, la música y los efectos visuales son, en su mayoría, efectivos y sirven para amplificar las emociones que la película busca transmitir. Sin embargo, a veces, la intensidad visual puede sentirse un poco agotadora, y algunos momentos son - aunque intrínsecos al estilo de la película - demasiado forzados.

Las actuaciones son excepcionales. Ke Huy Quan ofrece una interpretación magistral, capaz de pasar de la desesperación a la vulnerabilidad con una sutileza impresionante. Michelle Yeoh, en el papel principal, ofrece una actuación llena de matices que explora la angustia, el arrepentimiento y la resiliencia de una mujer que lucha por mantener el control de su vida. Jamie Lee Curtis, en un papel que podría haber sido unidimensional, aporta una ambivalencia interesante a su personaje. Pero es quizás el trabajo de Quan lo que realmente destaca, ya que sus múltiples versiones del personaje expresan la complejidad de la identidad y la búsqueda de significado.

El guion, en su núcleo, es una meditación sobre el fracaso, la responsabilidad y el poder de las pequeñas decisiones. Aunque la trama de multiversos puede parecer un adorno, es en realidad un vehículo para explorar la idea de que todos somos responsables de nuestras acciones, y que cada decisión, por insignificante que parezca, tiene consecuencias. La película también aborda temas como la inmigración, las relaciones familiares y la búsqueda de la felicidad, sin caer en simplismos ni sermones. El guion, en definitiva, tiene una profundidad emocional que supera con creces la trama de ciencia ficción.

A pesar de sus momentos excesivamente elaborados y su ritmo frenético, “El jefe de todo esto” es una película que invita a la reflexión y que provoca una respuesta emocional genuina. Es una obra de arte original, sorprendente y, sobre todo, muy humana. Nota: 9/10