El joven detective (2020)

“El joven detective” (The Young Detective) de Martin McDonagh es una obra que, a primera vista, podría parecer un simple ejercicio de humor negro y melodrama, pero que, en realidad, es mucho más compleja y perturbadora de lo que sugiere. La película, ambientada en el corazón del Mississippi rural, no es solo una comedia criminal, sino una radiografía amarga de la alienación, la pérdida de la inocencia y la dificultad de escapar del pasado. La historia de Buddy, un detective privado de 31 años, desprovisto de cualquier brillo juvenil y atrapado en una espiral de autocompasión y casos mediocres, es inquietantemente familiar y, a la vez, profundamente conmovedora.

La dirección de McDonagh es magistral. Evita caer en clichés y utiliza un ritmo pausado, casi glacial, para construir la atmósfera opresiva del relato. La fotografía, con sus colores apagados y su iluminación sombría, contribuye a la sensación de desolación y melancolía. McDonagh no busca el espectáculo, sino la insinuación. A través de pequeños detalles, de miradas robadas y conversaciones ambiguas, el espectador es arrastrado a la mente de Buddy, a su confusión y a su incapacidad para encontrar sentido en su vida. Particularmente interesante es la forma en que McDonagh explora la relación de Buddy con su padre, un hombre silencioso y taciturno que parece estar consumido por un dolor profundo, creando un vínculo cargado de tensión y resentimiento.

La actuación de Woody Harrelson como Buddy es, sin duda, el corazón de la película. Harrelson no solo logra transmitir la autocompasión y la desesperación del personaje, sino que también le confiere una humanidad palpable. Su Buddy no es un héroe, ni siquiera un tipo agradable, sino un individuo roto y vulnerable. El resto del elenco, incluyendo a Frances McDormand como la esposa de Buddy, ofrece interpretaciones sólidas y convincentes. McDormand, en particular, aporta una elegancia y una vulnerabilidad que complementan a la perfección la atormentada figura de Buddy. La química entre Harrelson y McDormand es fascinante y se convierte en uno de los pilares de la película.

El guion, coescrito por McDonagh y John B. Hickey, es excepcionalmente inteligente y sutil. La historia se desarrolla a través de una serie de conversaciones y observaciones aparentemente triviales, pero que, en conjunto, revelan la complejidad de las relaciones humanas y la fragilidad de la vida. La trama principal, el asesinato del novio de la esposa de Buddy, es secundaria en comparación con la exploración del personaje y su estado emocional. McDonagh no se preocupa por ofrecer respuestas fáciles o resoluciones satisfactorias. En lugar de eso, nos deja con preguntas incómodas y con la sensación de que la vida, como la propia búsqueda de la justicia, es inherentemente caótica e impredecible.

“El joven detective” no es una película para todos. Requiere paciencia y un interés genuino en la exploración de la psique humana. Sin embargo, para aquellos que estén dispuestos a dejarse llevar por su atmósfera melancólica y su mensaje subyacente, será una experiencia cinematográfica inolvidable. La película no busca entretener, sino provocar, y en ese sentido, cumple con creces. Es una obra que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales hayan comenzado a rodar.

Nota:** 8/10