El legado de Bourne (2012)

“El legado de Bourne” no es simplemente una secuela, sino una redefinición de la franquicia creada por Robert Ludlum. Tony Gilroy, como director y guionista, se atreve a desvincularse completamente de las directrices de las novelas y a construir una narrativa original, deliberadamente ambigua y compleja que cuestiona la naturaleza de la identidad, la memoria y la libertad dentro de un sistema opresivo. La película se centra en Aaron Cross (Tommy Lee Jones), un agente Outcome, un clon mental creado para misiones de larga duración sin contacto, y su lucha por recuperar su propia existencia frente a la maquinaria implacable del Departamento de Defensa. Esta vez, la trama se pierde en la niebla de la paranoia y la desconfianza, algo que, a mi juicio, es tanto una debilidad como una de las mayores fortalezas de la película.

Gilroy se olvida de las explosiones y las persecuciones vertiginosas, típicas del género de acción. En su lugar, apuesta por un thriller psicológico que explora la fragilidad de la memoria y la manipulación genética. La historia se teje a través de un formato no lineal, con Flashbacks, entrevistas y grabaciones que intentan reconstruir la verdad, pero que, al mismo tiempo, alimentan la confusión y la incertidumbre. La idea de que Cross no sea quien cree ser, y que su vida y recuerdos hayan sido implantados, genera una tensión constante que se mantiene hasta el final, aunque a veces se siente un poco sobrecargada por el propio diseño de la narrativa.

Tommy Lee Jones ofrece una actuación magistral. Su interpretación de Cross es sutil y cautivadora, transmitiendo la desesperación de un hombre perdido en un laberinto mental. La química entre Jones y Alicia Vikander, que interpreta un personaje que, aunque menos central, aporta una dimensión de lucidez y autenticidad, es especialmente destacable. El resto del elenco secundario, que incluye a un desprendido Scoot McNairy y un inquietante Michael Shannon, cumple su cometido con solidez. No obstante, a pesar del talento de sus actores, el guion a veces se permite descuidar la construcción de personajes secundarios que podrían haber añadido mayor profundidad a la historia.

Visualmente, “El legado de Bourne” es un film interesante, con una estética de baja fidelidad que recuerda a las grabaciones de seguridad. Esta elección estilística refuerza la sensación de desorientación y la atmósfera de conspiración. La banda sonora, minimalista y electrónica, contribuye a la atmósfera inquietante y a la sensación de peligro inminente. Aunque el ritmo puede resultar pausado para algunos espectadores acostumbrados a las secuencias de acción convencionales, la película recompensa la paciencia del espectador con una trama intrigante y una reflexión sobre la ética de la manipulación genética y la pérdida de la identidad. Si bien no llega a ser la joya de la corona de la saga, “El legado de Bourne” es un thriller inteligente y bien ejecutado que merece la pena ver, especialmente para aquellos que aprecien una historia que prioriza el desarrollo de la trama y la exploración temática sobre la acción desenfrenada.

Nota: 7.5/10