El legado de las mentiras (2020)

“El legado de las mentiras” no es la joya del thriller de espionaje que algunos podrían esperar, pero sí una película intrigante y, en última instancia, satisfactoria que explora temas complejos y ofrece una experiencia visualmente estimulante. Dirigida por Daniel P. Carter, la película se centra en Martin Baxter, interpretado con una cautivadora intensidad por Sean Bean, un hombre marcado por el pasado y obligado a enfrentarse a secretos peligrosos que podrían desmantelar todo lo que creía saber. La historia, aunque no reinventa la rueda, se mueve a un ritmo constante y deliberado, permitiendo al espectador sumergirse en las profundidades de una red de engaños y traiciones que se extiende a través de décadas.

La dirección de Carter es notable por su atención al detalle y su capacidad para crear una atmósfera de tensión palpable. Las escenas de espionaje, aunque no especialmente espectaculares en términos de acción, se filman con un cuidado meticuloso, utilizando ángulos de cámara inusuales y una iluminación sombría que refuerza la sensación de paranoia y peligro constante. La película se beneficia de la belleza de los paisajes escoceses, que actúan como telón de fondo perfecto para la historia. Pero es en el manejo del suspense y la manipulación psicológica donde reside la mayor fuerza de la película. No se basa en explosiones y persecuciones desenfrenadas, sino en el constante juego de miradas, conversaciones ambiguas y la certeza de que nadie es lo que parece.

Sean Bean ofrece una actuación sólida y convincente como Martin Baxter. Su personaje es un hombre roto, atormentado por sus errores del pasado y la pérdida de su esposa. Bean transmite esa carga emocional con una sutileza admirable, evitando caer en clichés y ofreciendo un retrato de un agente desilusionado pero aún capaz de lealtad y coraje. El resto del elenco también cumple su función, con particular mención a Ben Mendelsohn, cuya interpretación de un agente de inteligencia enigmático aporta matices y complejidad a la trama. Aunque algunos personajes secundarios son un tanto planos, su propósito dentro de la narrativa está claro.

Sin embargo, el guion presenta algunas debilidades. Aunque la trama es intrincada y plantea preguntas interesantes sobre la ética del espionaje y las consecuencias de los secretos, a veces se pierde en demasiados detalles y digresiones. Algunos elementos parecen forzados para crear tensión, y la resolución, aunque satisfactoria, podría haber sido más elaborada. Además, la película, al ser un thriller de espionaje, necesita un mayor desarrollo de sus personajes y la exploración de sus motivaciones, algo que podría haber enriquecido la experiencia cinematográfica. La película se beneficia de su ambigüedad moral, permitiendo que el espectador cuestione las acciones de los protagonistas a lo largo de la trama.

Nota: 7/10