“El Libro de la Selva 2” no es precisamente una secuela grandiosa, pero sí una aventura encantadora que, a pesar de sus limitaciones, logra rescatar la magia que definió la original. Disney ha optado por no intentar replicar el éxito arrollador del primer filme, y, afortunadamente, se olvida de la presión de ser una “continúa” y se entrega a una historia fresca, aunque predecible, sobre la lealtad, el hogar y el enfrentamiento entre el bien y el mal. La película se centra en la necesidad de Mowgli de reencontrarse con Baloo, un vínculo emocional que trasciende la forma física y los entornos cambiantes.
La dirección de Giancarlo Gianotti es visualmente cautivadora. Se aprovecha al máximo el increíble diseño de producción, que transporta al espectador a una selva exuberante y vibrante, llena de criaturas fantásticas y paisajes imponentes. La recreación del mundo de Mowgli es sorprendentemente detallada, y la película logra transmitir de manera efectiva la sensación de estar realmente en la jungla, con sus sonidos, sus olores y su atmósfera primordial. El ritmo es generalmente ágil, equilibrando las escenas de acción con momentos de ternura y de humor, aunque a veces se le permite a la trama avanzar de manera demasiado rápida, sacrificando algunos momentos de desarrollo de los personajes.
Las actuaciones son sólidas. Neel Sethi vuelve a dar vida a Mowgli, manteniendo la vulnerabilidad y la curiosidad del niño. Wesley Snipes como Shere Khan es, lamentablemente, un tanto caricaturesco. Si bien su presencia es imponente, su motivación parece estar más en la villanía por villanía, sin profundizar en las razones detrás de su ira contra Mowgli. La interpretación de Snipes, aunque un tanto simplificada, logra crear un antagonista amenazante, sin llegar a ser particularmente memorable. Sin embargo, el núcleo emocional de la película reside en la relación entre Mowgli y Baloo, interpretado con encanto y profundidad por Ben Foster. La química entre los dos actores es palpable, y sus diálogos son conmovedores. Foster aporta una humanidad al personaje que le confiere un atractivo genuino.
El guion, escrito por Judd Winick y Chris Sanders, sigue un camino predecible, pero efectivo. La historia de la búsqueda y la persecución, con múltiples caminos que Mowgli debe recorrer, es un recurso clásico del género de aventuras. Se explora la idea del hogar y el conflicto entre la familia humana y la selva, conceptos que resuenan en el espectador, especialmente en la infancia. Sin embargo, la película podría haber profundizado más en la exploración de las complejidades de la decisión de Mowgli: ¿realmente pertenece a la selva o a la humanidad? La resolución, aunque satisfactoria, no ofrece muchas sorpresas y deja un sabor un poco agridulce. El tema central, la aceptación del propio destino y la importancia de las amistades, está bien tratado, pero la falta de originalidad en el planteamiento resulta ligeramente decepcionante.
En definitiva, “El Libro de la Selva 2” es una aventura animada que, si bien no alcanza la grandeza de su predecesora, es un entretenimiento sólido y agradable, especialmente para el público más joven. Ofrece una experiencia visualmente rica y algunas escenas de acción emocionantes, con un fuerte componente emocional centrado en la lealtad y el amor.
Nota: 7/10