El maestro del disfraz (2002)

“El Maestro del Disguise” (The Mask of Midnight) es una película que, en el fondo, intenta ser una comedia de aventuras con un toque de ciencia ficción, pero en la práctica se queda a medio camino, flotando en un mar de ideas prometedoras que no logran consolidarse en una narrativa realmente satisfactoria. La premisa, centrada en Pistachio Disguisey, un camarero con un talento inusual para la mímica que es, en realidad, el descendiente de una línea de “maestros del disfraz” con un poder genético para transformarse en cualquier persona o ser que imagine, es intrigante desde el principio. Sin embargo, la ejecución de esta idea, aunque con momentos de ingenio visual, resulta un tanto torpe y carente de la soltura que se esperaría de un thriller de acción con un componente fantástico.

La dirección de Peter Chen se nota que busca crear un ambiente divertido y con cierto toque de glamour, utilizando un estilo visual que se inclina por la estética de los años 80, con colores vibrantes y una banda sonora pop de la época. Hay escenas visualmente muy atractivas, especialmente aquellas que muestran las transformaciones de Pistachio, donde se utilizan efectos especiales que, a pesar de no ser revolucionarios, cumplen su función de mostrar el poder del personaje de manera convincente. Sin embargo, la velocidad con la que se suceden las transformaciones a veces resulta confusa y dificulta la inmersión del espectador en la historia. Además, la película no profundiza lo suficiente en la exploración de las implicaciones morales y emocionales de este poder. ¿Qué costo tiene esta habilidad? ¿Cómo afecta las relaciones de Pistachio con su familia y amigos? Estas preguntas quedan en un segundo plano, relegadas a la superficie.

Las actuaciones son competentes, pero no destacables. Rory Lane, como Pistachio, transmite una mezcla de ingenuidad y aprensión, lo que permite al público conectar con el personaje. Sin embargo, la falta de desarrollo de su arco narrativo limita su potencial. El resto del elenco, compuesto por familiares y personajes secundarios, ofrece interpretaciones sólidas pero sin aportar nada particularmente memorable. La relación entre Pistachio y su padre, interpretado por Christopher Lloyd, es el corazón emocional de la película, aunque su dinámica se siente un poco superficial y predecible.

El guion, escrito por Chen y Paul Dano, es el punto más débil de la película. Presenta ideas interesantes, pero carece de pulido y de un ritmo adecuado. Las escenas de acción, que son la principal herramienta narrativa de la película, se sienten improvisadas y poco convincentes. El humor, que es una de las intenciones declaradas de la película, a menudo resulta forzado e incómodo. La trama principal, centrada en una conspiración gubernamental que quiere utilizar el poder de Pistachio para su propio beneficio, es predecible y carente de originalidad. La película intenta crear un sentido de urgencia, pero no logra generar un verdadero suspense.

Nota: 5/10