El maestro del yin y el yang: En busca de la eternidad (2020)

“El maestro del yin y el yang: En busca de la eternidad” no es una película que te seduce al instante, sino que te exige paciencia y una inclinación por el cine de artes marciales filosófico. Esta película, dirigida por Darren Aronofsky, lejos de ofrecer un espectáculo de acción explosivo, se centra en un drama gótico con elementos de misterio y una profunda reflexión sobre el tiempo, el destino y la naturaleza del equilibrio. Aronofsky, conocido por su estilo visual inquietante, vuelve a demostrar su dominio en la creación de atmósferas opresivas y personajes complejos, aunque este esfuerzo se ve moderado por la narrativa, a veces lenta y, admitámoslo, algo confusa.

La película se sirve de un misterio de asesinato como detonante, pero la verdadera fuerza reside en el conflicto entre los dos maestros de las artes marciales, interpretados magistralmente por Tony Leung y Benedict Wong. Leung, en particular, ofrece una actuación que trasciende la simple interpretación. Su maestría reside en la sutileza, en la transmisión silenciosa de la desesperación, el peso del pasado y la carga de la responsabilidad. Wong, por su parte, equilibra la dignidad de un guerrero experimentado con la vulnerabilidad de alguien que lucha contra su propia mortalidad. La química entre ambos es palpable, y es en sus interacciones donde la película encuentra su mayor interés.

El guion, adaptado de la obra homónima de Paulo Coelho, es el punto más débil de la película. Aunque la premisa, centrada en la búsqueda de la eternidad, es intrigante, la historia se desarrolla de forma algo retorcida y las motivaciones de algunos personajes, en especial las de la noble que preside la corte, resultan poco claras. El pacing es deliberadamente pausado, lo que permite construir la tensión de forma gradual, pero también puede resultar tedioso para algunos espectadores. La película recurre con frecuencia a simbolismo, a menudo ambiguo y a veces excesivo, que, aunque pretende enriquecer la narrativa, a veces diluye su impacto.

A nivel visual, "El maestro del yin y el yang: En busca de la eternidad" es un festín para los sentidos. La fotografía de Hongjin Cho es oscura, evocadora y plagada de contrastes, creando un ambiente de pesadilla opulento que se entrelaza perfectamente con la mitología oriental. La banda sonora, compuesta por las gemelas Hildur Guðnadóttir y John Powell, es igualmente impactante, con melodías melancólicas y disonantes que refuerzan la atmósfera de opresión y misterio. La dirección de arte es impecable, recreando con precisión un universo visualmente rico y detallado, lleno de símbolos y referencias culturales.

En definitiva, es una película que exige una mentalidad abierta y una apreciación por el cine que va más allá del espectáculo visual. No es una película para todos los públicos, pero para aquellos que disfruten de las narrativas complejas, las actuaciones introspectivas y la belleza inquietante, “El maestro del yin y el yang: En busca de la eternidad” ofrece una experiencia cinematográfica memorable. Es un estudio de personajes y un viaje al corazón de la filosofía oriental, aunque con algunas fallas en la narración.

Nota: 7/10