El maestro jardinero (2023)

“El maestro jardinero” (The King’s Gardener), dirigida por Juliette Kaplan, no es simplemente una película sobre jardines y plantas; es un drama psicológico denso y lento que, a pesar de su ritmo pausado, logra generar una atmósfera de creciente inquietud. La película se centra en la relación entre Narvel Roth (Joel Edgerton), un hombre meticuloso y aparentemente inexpresivo, y Maya (Quintessa Swindell), su nueva aprendiz y la nieta rebelde de la viuda Sra. Havernhill (Sigourney Weaver). La trama, inicialmente aparentemente simple, se convierte rápidamente en una investigación sobre un pasado turbulento que acecha bajo la superficie de la vida en Gracewood Gardens, una imponente y sombría finca con una historia compleja.

La dirección de Kaplan se distingue por su habilidad para crear una sensación constante de tensión. Los planos de la finca, vastos y desolados, con sus densos jardines y la arquitectura imponente, contribuyen a una atmósfera opresiva. La luz natural, o su ausencia, es utilizada de forma magistral para intensificar el drama y la melancolía. La película no depende de sustos fáciles, sino de la sugestión, de la creación de una sensación de peligro latente que se irradia desde el suelo. Edgerton ofrece una interpretación notablemente sutil, transmitiendo a través de la expresión facial y el lenguaje corporal la complejidad emocional de un hombre atormentado por su pasado. Su Narvel es un personaje incomprendido, un hombre que ha aprendido a ocultar sus emociones bajo una máscara de profesionalidad y aparente calma, lo que lo convierte en un protagonista ideal para este tipo de relato.

Swindell, por su parte, aporta una vitalidad y una rebeldía que contrastan con el aire de rigidez de Narvel. Su Maya es un personaje que intenta romper con las tradiciones y el control, lo que la convierte en un catalizador del conflicto. La química entre Edgerton y Swindell es palpable, aunque se desarrolla de forma gradual y a través de miradas y gestos, más que de diálogos directos. La viuda Havernhill, interpretada por Sigourney Weaver, aporta una presencia imponente y un aire de misterio que refuerzan la idea de que la finca guarda secretos peligrosos. Weaver, como siempre, demuestra su versatilidad y su capacidad para interpretar personajes complejos y enigmáticos.

El guion, escrito por Michael George, es una de las fortalezas de la película. La historia se desarrolla lentamente, permitiendo que la tensión se acumule y que los personajes se revelen gradualmente. Los diálogos son inteligentes y evocadores, y la exploración del pasado de la finca y sus habitantes es fascinante. Sin embargo, el ritmo pausado puede resultar tedioso para algunos espectadores. A pesar de ello, la película logra generar un impacto emocional duradero, gracias a la atmósfera inquietante y a la complejidad de sus personajes. La película se adentra en temas como el trauma, la redención y la carga del pasado, sugiriendo que la verdadera belleza a veces se encuentra en las grietas del dolor.

Nota: 7/10