El maestro que prometió el mar (2023)

“El Maestro que Prometió el Mar” es una película que, más allá de su premisa inicial, se erige como un relato conmovedor sobre la memoria, la verdad y el peso del pasado en la vida familiar. La dirección de Rodrigo Fernáez-Delugo es exquisita, logrando un ritmo pausado que permite que el espectador se sumerja en la atmósfera de Burgos, una ciudad impregnada de historia y melancolía. El uso de la luz, a menudo opaca y apagada, refuerza el sentimiento de pérdida y la sensación de un pasado que, a pesar del esfuerzo, no se puede escapar. Fernáez-Delugo evita los clichés del melodrama, optando por un enfoque más introspectivo y centrado en los personajes, dando como resultado una experiencia cinematográfica silenciosamente poderosa.

Las actuaciones son, en su mayoría, excepcionales. La interpretación de Nerea Portillo como Ariadna es fundamental para el éxito de la película. Logra transmitir con sutileza la frustración, la duda y el dolor de una joven que busca respuestas y, al hacerlo, también intenta comprender a su familia. Sin embargo, es la actuación de Miguel Fresas como Antoni Benaiges la que realmente destaca. Fresas ofrece una interpretación magistral, imbuida de una gran humanidad y una amabilidad sorprendente, lo que convierte al personaje en el corazón de la historia. El contraste entre la joven Ariadna y el veterano profesor es palpable, y su interacción constituye uno de los aspectos más interesantes de la película. Se siente una verdadera conexión, no solo filial, sino también de reconocimiento de la dignidad humana, de la necesidad de creer en algo más allá del presente.

El guion, adaptado de la novela homónima de Javier Cercas, es quizás el punto más discutible de la película. Aunque la adaptación mantiene la esencia del libro, y se consigue capturar la atmósfera de la época y el dilema moral que plantea la búsqueda de los restos de Antoni, se pierde cierta de la complejidad psicológica y la ambigüedad del protagonista. La película se inclina por una visión más clara y menos crítica de la figura de Antoni, lo cual, aunque comprensible en el contexto cinematográfico, resta profundidad a la trama. La promesa de llevar a los niños al mar se convierte en un símbolo poderoso, pero también en algo que, en la película, adquiere una cierta superficialidad. El film se centra en la búsqueda física del cuerpo, dejando en un segundo plano el debate filosófico sobre la memoria histórica y la responsabilidad individual.

A pesar de este último punto, "El Maestro que Prometió el Mar" es una película digna de verse. Es una reflexión sobre la identidad, el olvido y la importancia de preservar la memoria. La película no ofrece respuestas fáciles, pero sí invita a la reflexión y nos recuerda que, a veces, la búsqueda de la verdad puede ser dolorosa, pero siempre necesaria. La fotografía es hermosa, la banda sonora efectiva y las actuaciones, en general, de altísimo nivel. Es una película que, contra todo pronóstico, deja una huella en la memoria del espectador.

Nota: 7/10