El manuscrito encontrado en Zaragoza (1965)

“El manuscrito encontrado en Zaragoza” es, sin duda, una experiencia cinematográfica singular, una película que se atreve a ser extraña y, en el fondo, profundamente inquietante. Director Pablo Pérez se adentra en un terreno narrativo propio, alejándose de la narrativa lineal y abrazando un surrealismo que no busca la explicación, sino la evocación. La película se presenta como un cuento de hadas oscuro, una pesadilla española teñida de un verde y un amarillo que parecen venir directamente de un cuadro impresionista, y todo ello envuelto en el contexto histórico del asedio a Zaragoza durante la Guerra Civil.

La dirección de Pérez es la clave de esta película. Su habilidad para crear atmósferas, para manipular la percepción del espectador, es sobresaliente. La fotografía, a cargo de Juan Ayanz, es simplemente espectacular. Los paisajes de Aragón se convierten en escenarios oníricos, donde las montañas se deforman y los ríos fluyen de color naranja. Las escenas nocturnas son particularmente impactantes, con una paleta de colores que oscila entre lo irreal y lo terriblemente humano. No se trata de una película visualmente recargada, sino de una cuidadosa selección de tonalidades y composiciones que intensifican la sensación de irrealidad y peligro.

El guion, aunque deliberadamente ambiguo y abierto a interpretaciones, es lo que más genera debate. La historia se centra en el teniente francés Marcel (interpretado con una sutil vulnerabilidad por Patrick De Bellefroid), un oficial con un pasado turbio, que, tras encontrar el manuscrito, se ve atrapado en una España alternativa donde los fantasmas de bandidos ahorcados, disfrazados de hermosas y peligrosas huríes, lo someten a una seducción y un juego de engaños. La película no se detiene en explicar los orígenes de este mundo paralelo, dejando al espectador con la sensación de estar ante una leyenda, un mito ancestral. Esta decisión, aunque puede frustrar a algunos, es precisamente lo que la hace tan memorable. Hay una constante tensión, una sensación de estar en una trampa, y el guion aprovecha al máximo este recurso.

Las actuaciones son sólidas y, en especial, Patrick De Bellefroid se destaca. Su Marcel no es un héroe, sino un hombre atormentado por sus errores, un personaje que lucha por aferrarse a la cordura en un entorno que desafía la razón. El resto del reparto ofrece interpretaciones convincentes, aunque la película no se centra demasiado en sus personajes individuales. La presencia de los "huríes" es, por sí sola, suficiente para generar un ambiente de suspense y fascinación. La banda sonora, compuesta por Javier del Rey, es minimalista pero efectiva, contribuyendo a la atmósfera onírica y a la sensación de irrealidad.

En definitiva, “El manuscrito encontrado en Zaragoza” es una película peculiar, desafiante y, a su vez, profundamente emotiva. No es una película para todos los públicos, ni para aquellos que buscan respuestas fáciles o narrativas convencionales. Es una experiencia cinematográfica que invita a la reflexión, a la suspensión de juicio y a la apertura a la posibilidad de que el mundo, incluso el que creemos conocer, pueda albergar secretos y misterios insondables. Es una película que se queda con uno mucho tiempo después de que los créditos hayan finalizado.

Nota: 7.5/10