El mejor amigo del hombre (1993)

“El mejor amigo del hombre” (The Best Friend of Man) es una película que, a primera vista, promete una tensa y visceral historia de terror con un protagonista canino excepcionalmente inquietante. Y, en parte, cumple con esa promesa, aunque a un precio que quizás no justifica la totalidad de la experiencia. Dirigida por Michael Hauer, la película se sitúa dentro del género *thriller* de ciencia ficción con elementos de terror animal, un terreno que se ha explorado antes, pero que aquí ofrece un giro particular gracias a la presencia de un perro genéticamente modificado, con una agresividad y capacidad de matar que son profundamente perturbadoras.

La dirección de Hauer se centra en la creación de una atmósfera inquietante y claustrofóbica, principalmente en la cabaña rural donde Lori Tanner (Kate Bosworth) intenta encontrar refugio tras la inesperada huida de su perro, “Buddy”. La película utiliza la luz y la sombra, la música y los primeros planos del rostro de Bosworth, para transmitir la creciente paranoia y el miedo de la protagonista. No obstante, a veces la tensión se siente artificial, casi forzada, y la película recurre demasiado a recursos visuales que, aunque llamativos, no siempre contribuyen a la sensación de peligro real.

Kate Bosworth ofrece una interpretación sólida como Lori, transmitiendo eficazmente el pánico y la desesperación de una mujer que se enfrenta a un depredador sin rostro. Su actuación, junto con la del secundario, Patrick Fugit, como el Sheriff, aporta un peso emocional a la historia. Sin embargo, los papeles de ambos no alcanzan un nivel de profundidad que les permita realmente elevar la película. Se limita a ser un vehículo para la narrativa principal: la amenaza inminente de Buddy.

El guion, escrito por Hauer y Aaron Kaufman, presenta algunas ideas interesantes, especialmente en lo que respecta a las implicaciones éticas de la modificación genética. La película explora temas como la responsabilidad del científico, la naturaleza de la humanidad y los límites de la tecnología. No obstante, el desarrollo de la trama es, en ocasiones, desordenado y predecible. Los *jump scares*, aunque efectivos en ciertos momentos, se utilizan de forma excesiva, restando impacto a las escenas más amenazantes. La estructura narrativa, a pesar del suspenso inicial, termina por ser algo lenta y repetitiva. El ritmo, particularmente, es irregular, dejando que la tensión se disipe en momentos clave.

Finalmente, la película intenta jugar con nuestra percepción del vínculo entre el hombre y el animal, pero al final el éxito reside más en la creación de momentos de horror puro que en el desarrollo de una historia compleja y original. “El mejor amigo del hombre” es, en definitiva, una experiencia visualmente atractiva pero emocionalmente limitada, con un perro que, a pesar de su apariencia adorable, representa una amenaza tangible y, en cierto modo, inquietante.

Nota: 6/10