El método Williams (2021)

“El método Williams” es un biopic que, más allá de la narrativa deportiva que presenta, se erige como una profunda meditación sobre el poder, la paternidad y la ambición desmedida. La película, dirigida por Reinaldo Marcos y dirigida con una mirada casi hipnótica, no se limita a contar la historia de Richard Williams, el padre excéntrico y poco convencional que descubrió y entrenó a Venus y Serena. En cambio, nos sumerge en la psicología de un hombre que, a pesar de sus evidentes problemas personales, creía firmemente en el potencial de sus hijas y, con una determinación casi fanática, las catapultó a la fama mundial.

La dirección de Marcos es brillante, empleando la fotografía y el montaje para evocar la atmósfera densa y opresiva de Compton en los años 90. Se siente la pobreza, el desamparo, la frustración, pero también la inmensa vitalidad y el espíritu competitivo que imperaban en la comunidad. Las secuencias de entrenamiento son particularmente impactantes, destacando la brutalidad y la intensidad del “método” de Richard, un enfoque que, si bien es cuestionable desde una perspectiva moderna, se entiende dentro del contexto de la época y la necesidad de romper barreras. No se trata de un entrenamiento tradicional; es una forma de dominación, de control, pero también, paradójicamente, una forma de libertad para sus hijas.

La actuación de Adrian Brody como Richard Williams es, sin duda, la joya de la corona. Brody se sumerge de lleno en la complejidad del personaje, mostrando no solo su excentricidad y su falta de inhibiciones, sino también sus miedos, sus inseguridades y su amor incondicional por sus hijas. Logra que el espectador empatice con un hombre que, a pesar de sus fallos, se ve a sí mismo como un protector y un líder. La química entre Brody y Saniyya Sanbe, que interpreta a Venus, es palpable y convincente. Sanbe ofrece una interpretación honesta y vulnerable, transmitiendo la evolución de la joven atleta y el peso de la responsabilidad que recae sobre sus hombros. Octavia Spencer, como Patricia Tapou, la madre de Venus y Serena, aporta un contrapunto emocional y una voz de razón dentro de la familia, subrayando las dificultades que Richard enfrentaba.

El guion, adaptado de la autobiografía de Richard Williams, es sólido pero a veces se inclina hacia lo expositivo. Se podría haber profundizado aún más en la dinámica familiar, explorando las tensiones entre Venus y Serena, y el impacto que la fama y la fortuna tuvieron en sus vidas. Sin embargo, la película logra capturar el espíritu de la época y la transformación radical que experimentaron las Williams, pasando de ser dos jóvenes atletas prometedoras a convertirse en íconos globales. La película no busca juzgar a Richard Williams, sino explorar su motivación y las consecuencias de sus decisiones. Se trata de un retrato complejo y, en última instancia, conmovedor de un hombre extraordinario que cambió el deporte y la percepción de lo posible.

Nota: 8/10