El misterio del dragón (2019)

“El Misterio del Dragón” es, en su esencia, una fábula moderna envuelta en un precario equilibrio entre aventura de viajes y fantasía visualmente rica. La película, dirigida por el talentoso y a veces impredecible, James Marshall, logra crear un universo particular, un mundo donde la cartografía tradicional se encuentra en constante conflicto con la geografía mágica, y la realidad se diluye en la leyenda. Marshall, conocido por su estética particular, no nos ofrece una narrativa lineal; más bien, nos sumerge en un viaje sensorial, un festival de imágenes que, a veces, cuesta entender completamente.

La premisa, la expedición de Jonathan Green, interpretado con una mezcla de ingenuidad y tenacidad por Robert Carlyle, es intrigante. Su misión, aunque aparentemente simple –crear un mapa de Rusia– se convierte rápidamente en una odisea llena de peligros y encuentros inesperados. Sin embargo, el guion, escrito por Marshall junto con Steve Barrow, carece de la profundidad y la coherencia que necesita para justificar la complejidad del mundo que construyen. A pesar de la riqueza visual, la historia a menudo se siente dispersa, con gags y situaciones que parecen sacadas del sombrero de un escritor con demasiada inspiración. Los diálogos, en general, son torpes y a menudo redundantes, contribuyendo a un ritmo irregular.

No obstante, la película se salva, en gran medida, gracias a las actuaciones. Carlyle ofrece una interpretación convincente de Jonathan, un hombre atrapado en una situación surrealista pero que persiste con una vitalidad contagiosa. La joven Saoirse Ronan, en el papel de la misteriosa Lin, aporta una elegancia y una fuerza silenciosa que complementan a la perfección la figura de Jonathan. El reparto secundario, incluyendo a Hugh Grant en un papel que, aunque breve, es memorable, añade un extra de color a la trama. La dirección artística y la banda sonora, compuesta por Robert Ziegler, son, sin duda, puntos fuertes. La filmografía de Marshall siempre ha sido rica en efectos visuales y en la creación de atmósferas inmersivas, y “El Misterio del Dragón” no es la excepción. Los efectos especiales, que incluyen criaturas fantásticas y paisajes imaginarios, son creíbles y espectaculares, contribuyendo a la sensación de estar entrando en un territorio desconocido.

El mayor defecto de la película reside en su ambición. Marshall parece querer abordar demasiados temas a la vez: la colonización, la magia, la tradición contra el progreso, la identidad. Intentar todo esto a la vez resulta en una película que no se decide por un camino y que, en última instancia, se siente superficial. A pesar de sus defectos, “El Misterio del Dragón” es una experiencia visualmente estimulante que, para los fans de la obra de Marshall, vale la pena ver. Sin embargo, para el espectador casual, podría resultar un tanto confusa y poco satisfactoria.

Nota: 6/10