El mundo de los perdidos (2009)

“El Mundo de los Perdidos” (Lost World, 1997) no es una película que busca la sofisticación ni la profundidad temática. Es, ante todo, una inmensa y gozosa parodia de las series de aventuras de los años 60, y en ese cometido, se revela sorprendentemente exitosa. Dirigida por Stephen Hopkins, la película es una explosión de efectos especiales, situaciones absurdas y un Will Ferrell en su mejor momento, desatado en un papel que parece diseñado específicamente para explotar su capacidad para la comedia física y la improvisación.

La dirección de Hopkins es decidida. Nunca se toma en serio la premisa – un científico que accidentalmente se transporta a un pasado prehistórico con su investigadora y un experto en supervivencia – y esto es precisamente lo que le da vida. La película se deleita en el caos, construyendo escenarios prehistóricos increíblemente detallados y, sobre todo, peligrosos. Los efectos especiales, incluso para los estándares de la época, son notables. La representación de los dinosaurios, especialmente el T. Rex, es realmente impactante y contribuye significativamente al tono general de la comedia, que es una mezcla inteligente de terror y humor. Hay momentos, como la persecución del T. Rex en el vehículo, que son genuinamente divertidos y recuerdan a las películas de persecución de Spielberg, pero con un toque de locura característica del género de parodia.

El reparto cumple con creces con las expectativas. Will Ferrell, como el Dr. Rick Marshall, ofrece una actuación descontrolada y absolutamente encantadora. Su vulnerabilidad, su torpeza y su incapacidad para lidiar con las situaciones extremas lo convierten en un personaje fundamentalmente simpático, a pesar de sus constantes fracasos. Anna Friel interpreta a Holly con una mezcla de inteligencia y pragmatismo, proporcionando un contrapunto cómico a la personalidad excéntrica de Ferrell. Danny McBride, como Will, aporta la dosis justa de "forofismo" que necesita la comedia, mientras que Jorma Taccone, como Chaka, el primate, ofrece un alivio cómico constante gracias a su inocencia y a su sorprendente capacidad para la supervivencia. La química entre los cuatro actores es palpable y fundamental para el éxito de la película.

Si bien la trama es básica y predecible, el guion se beneficia enormemente del humor absurdo y de las constantes situaciones cómicas. La película no se preocupa por desarrollar personajes complejos o por explorar temas profundos. En cambio, se centra en el entretenimiento puro y duro. La película disfruta de sus propios clichés, exagerando los tropos del género de aventura y transformándolos en puro espectáculo. En ese sentido, “El Mundo de los Perdidos” es una película sencilla pero efectiva que, después de años en el olvido, merece un nuevo vistazo. Es un recordatorio divertido de una época en la que el cine de aventuras era más despreocupado y, quizás, más divertido.

Nota:** 7/10