“El mundo es suyo” no es precisamente una obra maestra cinematográfica, pero sí una comedia española de esos que se disfrutan sin grandes pretensiones, un entretenimiento ligero y sin complicaciones que, a su manera, logra despertar una sonrisa. La película, dirigida por Daniel Guzmán, se centra en la relación entre Rafi y Fali, dos compadres que se encuentran en una situación de evidente desorden personal y profesional. La premisa, una llamada de auxilio de Rafi, le obliga a Fali a abandonar una tarea crucial: preparar el traje de su hijo para su Primera Comunión, y a ambos les obliga a meterse en un caos de problemas inesperados.
Guzmán opta por un estilo visual poco adornado, casi documental en ocasiones. La cámara se mueve con naturalidad, capturando los momentos cotidianos y las reacciones de los personajes con una honestidad que, a pesar de ser una comedia, evita caer en estereotipos. El giro, sin embargo, es que esa misma naturalidad a veces se traduce en un ritmo que se siente un poco pausado, incluso lento, especialmente en la primera mitad. Se echa en falta un mayor dinamismo que impulse la trama, aunque la paciencia del espectador puede ser recompensada con la evolución de la relación entre Rafi y Fali, que se ve marcada por la frustración, la ironía y una sorprendente camaradería.
Las actuaciones son, en general, sólidas. Jorge Alcántara y Javier Godino, como Rafi y Fali respectivamente, ofrecen interpretaciones convincentes. Alcántara, con su carácter cínico y desinteresado, logra transmitir la desesperación de un hombre que se siente constantemente rechazado, mientras que Godino, a pesar del peso de sus responsabilidades, ofrece una faceta paternal y a la vez un tanto torpe, lo cual resulta entrañable. El resto del reparto secundario, como siempre en el cine español, está bien cuidado y contribuye a crear un ambiente realista y familiar.
El guion, escrito por Guzmán y Marcos Martín, se basa en diálogos ágiles y situaciones cómicas que, aunque no siempre sorprenden, se mantienen dentro de los límites del humor social. La película explora temas como la paternidad, la amistad, la responsabilidad y el fracaso, pero lo hace con una perspectiva poco convencional. La comedia no reside en situaciones absurdas, sino en la forma en que los personajes reaccionan ante la adversidad y cómo intentan salir de sus problemas. La clave está en el detalle, en la mirada desarmada de los personajes y en la ironía que impregna cada diálogo. Sin embargo, el argumento, a pesar de ser entretenido, carece de una profundidad mayor y de un final que realmente deje al espectador con una reflexión más significativa. La película se queda en la superficie, ofreciendo un entretenimiento agradable pero sin dejar una huella duradera.
Nota: 6/10