El negociador (1997)

“El Negociador” no es una película que se queda en la memoria por su originalidad, pero sí por la forma en que explora la psicología del conflicto y el coste personal que implica el trabajo de un negociador. La película, dirigida por William Friedkin (dirigió "El Exorcista" y "La Luz Negra"), no se adentra en un territorio particularmente inexplorado, sino que se aferra a un modelo narrativo que, aunque ya visto, se ejecuta con una maestría notable y con una atmósfera cargada de tensión constante.

La película se centra en Scott Roper (Ethan Hawke), un policía especializado en negociaciones con rehenes. Su habilidad para mantener la calma bajo presión es asombrosa, lo que le permite razonar con criminales y, en última instancia, salvar vidas. Sin embargo, esta habilidad, que lo ha convertido en un héroe anónimo, tiene un precio. La película, en lugar de celebrar su éxito profesional, se centra en las secuelas emocionales y psicológicas que su trabajo ha dejado. La decisión de Friedkin de presentar la historia desde la perspectiva de Scott, a pesar de la situación dramática, es acertada. Observar la película a través de sus ojos nos permite entender mejor la carga emocional que lleva consigo, una soledad y un aislamiento profundos que compensan la admiración pública.

Ethan Hawke ofrece una actuación sólida y creíble. No busca la grandilocuencia, sino que transmite la fragilidad y la obsesión de un hombre que ha perdido todo en su búsqueda de mantener las cosas bajo control. Su Scott Roper no es un héroe intocable; es un hombre roto, atormentado por errores pasados y obsesionado con la necesidad de proteger a la gente, incluso a costa de su propia felicidad. El resto del reparto, incluyendo a Maggie Gyllenhaal como la novia de Scott, cumplen su cometido con naturalidad y credibilidad, contribuyendo a la atmósfera de desesperación palpable que impregna la película.

La dirección de Friedkin es impecable, como siempre. Utiliza la cámara de manera magistral, construyendo la tensión escena tras escena. La película se apoya en una estética visual oscura y claustrofóbica, que refleja el estado mental de Scott y la situación de peligro en la que se encuentra. La banda sonora, minimalista y perturbadora, refuerza la sensación de inminente catástrofe. Sin embargo, el guion, aunque bien estructurado y con diálogos efectivos, carece de la originalidad que podría haber elevado la película a un nivel superior. Se siente, en ocasiones, repetitivo en la descripción de los métodos de negociación de Scott, y algunas de las situaciones, aunque realistas, son predecibles.

A pesar de esta ligera carencia de originalidad, “El Negociador” es una película tensa, inteligente y perturbadora que explora con honestidad los límites de la resistencia y las consecuencias de la obsesión. Es una reflexión sobre el valor de la vida y el precio de la seguridad, y una poderosa denuncia de la banalidad de la violencia. Una película que, aunque no sorprende, sí que consigue quedarse con el espectador.

Nota: 7/10