El niño y el mundo (2014)

“El niño y el mundo” (The Boy and the World) no es simplemente una película de animación; es una experiencia sensorial, una meditación visual sobre la pérdida, la soledad y la búsqueda de significado en un mundo cada vez más deshumanizado. Esta película, dirigida por Albin Grau, se atreve a romper con las convenciones del género y a ofrecer una narrativa que, aunque inicialmente puede parecer enigmática, recompensa al espectador con una reflexión profunda.

La animación es, sin duda, el punto fuerte de la película. Grau y su equipo han experimentado con una variedad de técnicas que van desde la acuarela digital hasta la animación 2D tradicional, creando un estilo visual inconfundible y cautivador. Cada escena respira vida propia, cada textura es palpable. Esta diversidad técnica no es gratuita; sirve para reflejar la propia complejidad del mundo de Dito, el protagonista, un niño que se encuentra en un lugar donde la lógica es maleable y la realidad se disuelve. Esta estética, que podría parecer caótica, es precisamente lo que permite que la película se adapte a la confusión emocional del niño.

La actuación de Antoine Limitra como Dito es absolutamente conmovedora. Limitra logra transmitir la vulnerabilidad, la curiosidad y la creciente desesperación del personaje con una sutileza sorprendente. Su rostro, en primer lugar, es el principal vehículo de la historia, y la expresión de sus ojos comunica más de lo que la mayoría de los diálogos. El resto del elenco de voces es competente, pero la presencia de Dito es innegable, lo que define la experiencia general. Sin embargo, el guion, aunque efectivo en su mensaje central, a veces se muestra excesivamente lento y contemplativo. La trama, centrada en la búsqueda del padre perdido del niño, desarrolla un ritmo pausado que puede resultar tedioso para algunos espectadores. A pesar de ello, la película se sostiene gracias a la atmósfera que logra crear, y a la constante presencia de Dito en su viaje.

A pesar de sus momentos de lentitud, “El niño y el mundo” aborda cuestiones esenciales sobre la sociedad contemporánea: la alienación, la desconexión con la naturaleza y la pérdida de la inocencia. El mundo que Dito descubre, poblado por animales-máquina y seres extraños, es, en esencia, una metáfora de un mundo dominado por la tecnología y la eficiencia, donde la empatía y la conexión humana son cada vez más escasas. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión sobre el papel del individuo en un mundo que parece estar perdiendo el rumbo. Finalmente, Dito no solo encuentra a su padre, sino que descubre una nueva forma de ver el mundo, una nueva forma de ser, basada en la autenticidad y la conexión con lo esencial. Es una historia de esperanza, enterrada bajo capas de melancolía y misterio.

Nota: 7/10