El nuevo caso del inspector Clouseau (1964)

“El nuevo caso del Inspector Clouseau” es, en esencia, un viaje en el tiempo a la España de los años 70, no solo por la estética que evoca la película, sino también por la forma en que se aborda el humor. Peter Sellers, en su papel de Jacques Clouseau, sigue siendo un personaje inherentemente contradictorio: un detective que, a pesar de su absoluto caos y torpeza, logra, de forma improbable, resolver crímenes. Esta película, estrenada en 1976, se mantiene como un ejemplo brillante de comedia física exagerada, un género en el que Sellers se convirtió en un maestro. Pero más allá de la risa fácil, la película ofrece un relato de detectives que, aunque simple, consigue mantener al espectador enganchado gracias a su ritmo vertiginoso y a la peculiaridad de sus situaciones.

La trama, que involucra la acusación de asesinato de un hombre por la joven y aparentemente inocente amante, es manejable y proporciona el marco para las numerosas y desopilantes escenas de Clouseau. La película se centra menos en la investigación propiamente dicha, y más en el desastre que Clouseau genera en cada paso que da. Sus intentos por infiltrarse en un club privado, sus encuentros con políticos corruptos, sus encuentros con sospechosos, todo se convierte en un espectáculo de locura y confusión. A pesar de la simplicidad del argumento, se aprecia un cierto ingenio en la forma en que se desarrollan las situaciones. El guion, aunque no busca la profundidad, se beneficia de la improvisación y del talento de Sellers, quien aporta un flujo constante de humor absurdo y de diálogos ingeniosos.

La dirección de Peter Rodgers, responsable también de “La naranja mecánica”, es impecable en lo que respecta a la puesta en escena y a la coordinación de las escenas de acción. Las persecuciones, los tiroteos y las escenas de caos resultan visualmente impactantes y muy divertidas. Sin embargo, el director no se preocupa excesivamente por la construcción del mundo, limitándose a crear un ambiente español vibrante y lleno de color. La fotografía de Robert Krasker contribuye a esta atmósfera, con una paleta de colores brillantes y contrastantes que evocan el sol de España. La banda sonora, con las melodías de Percy Graikou, refuerza el carácter festivo y desenfadado de la película.

Las actuaciones, aparte de la magistral interpretación de Sellers, son sólidas. Woody Allen como el inspector Bougarel, el compañero de Clouseau, aporta un contrapunto cínico y pragmático al caos del francés. Además, la presencia de actores reconocidos como Peter Ustinov y Fritz Weaver, sumados a la comedia física de Sellers, eleva el nivel de la película. No obstante, es imposible negar que el magnetismo y la originalidad de Sellers son la verdadera razón para ver "El nuevo caso del Inspector Clouseau". Su caracterización es tan exagerada y memorable que, incluso después de décadas, sigue siendo inconfundible.

Nota: 7/10