El ocupante (2019)

“El Ocupante” (The Occupant) no es una película que te deje con la mente en blanco, pero sí, definitivamente te deja con una persistente sensación de incomodidad y una que otra pregunta incómoda. Dirigida por Robert Renka, la película se presenta como un thriller psicológico lento y deliberadamente inquietante, que se centra en el aislamiento y el creciente malestar de una pareja, Mark y Katie, al descubrir que el vendedor de su nueva casa, el enigmático Daniel, se niega a irse. El comienzo es prometedor: la introducción del entorno rural de Napa Valley, con sus paisajes vastos y la promesa de paz y tranquilidad, contrasta con el creeping dread que se instala gradualmente en la casa.

El guion, aunque no particularmente novedoso en la premisa, logra mantener al espectador enganchado gracias a una ejecución meticulosa y a un ritmo que, aunque pausado, se beneficia de la atmósfera densa que Renka crea. Las conversaciones entre Mark y Katie son afiladas, a menudo cargadas de tensión subyacente y una creciente desconfianza. Sin embargo, la película se apoya demasiado en la sugestión y el silencio, a veces dejando que la paranoia del espectador se convierta en su propia tortura. Algunos elementos, como las pequeñas anomalias en la casa y los extraños objetos que aparecen, se sienten un poco forzados y podrían haberse utilizado con mayor sutileza. La complejidad de la personalidad de Daniel, interpretada por John Douglas Whyte, es ambigua, lo que, aunque inteligente, termina siendo a veces confuso. No se explora suficientemente su motivación, reduciendo su papel a una mera fuente de temor.

Las actuaciones son sólidas, especialmente la de Joelle Carter como Katie. Su interpretación de una mujer normal, que se ve lentamente desarmada por las circunstancias, es convincente y genera empatía. Carter consigue transmitir la angustia y la creciente desesperación de su personaje de una manera natural y realista. John Douglas Whyte, como Daniel, ofrece una actuación contenida pero efectiva, jugando con la ambigüedad de su personaje y creando una presencia inquietante. Su mirada, a menudo llena de una mezcla de tristeza y determinación, es lo más impactante de su actuación. La química entre Carter y Whyte es palpable, lo que intensifica el drama inherente a la situación.

A pesar de sus defectos, “El Ocupante” es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la privacidad, la percepción de la realidad y los límites de la confianza. La película no se aferra a explicaciones fáciles, preferiendo dejarse interpretar por el espectador, lo que puede resultar frustrante para aquellos que buscan respuestas claras. El final, aunque ambiguo, es impactante y, sin duda, el elemento más memorable de la película. Es un thriller psicológico que, aunque no alcanza la excelencia, ofrece una experiencia cinematográfica peculiar y, a largo plazo, persistente en la memoria.

Nota: 7/10