El ojo de la aguja (1981)

“El ojo de la aguja” (The Needle’s Eye) no es una película que revolucione el género de suspenso histórico, pero sí ofrece una experiencia cinematográfica cautivadora, una pieza de thriller psicológico que se aferra a la tensión y la atmósfera durante todo su metódico desarrollo. Ambientada en la sombría Gran Bretaña de 1944, en pleno apogeo de la Segunda Guerra Mundial, la película construye con meticulosidad un escenario de inquietud constante y la amenaza latente del espionaje. La historia, aunque previsible en su concepción general, se sirve de un argumento sólido que se centra en la desesperación de Henry Faber, un espía alemán fugitivo que, tras poseer información crucial sobre el Día D, se refugia en la remota y desolada isla de las Tormentas.

La dirección de misma, realizada por Sam Taylor-Johnson, es particularmente eficaz. Taylor-Johnson no se siente tentada a optar por explosiones y persecuciones frenéticas; en cambio, prioriza la introspección y la observación. La película se revela progresivamente a través de los ojos del espectador, centrándose en la gradual desintegración mental de Henry, interpretado magistralmente por Mads Mikkelsen. Mikkelsen ofrece una actuación soberana, transmitiendo la paranoia, la soledad y la desesperación del personaje con una precisión asombrosa. Su lenguaje corporal, sus expresiones sutiles y su mirada intensa crean una representación profundamente perturbadora de un hombre al borde del colapso. La química entre Mikkelsen y Rebecca Ferguson, que interpreta a la agente del MI5, Eleanor Norcross, es otro de los puntos fuertes de la película. Su relación, compleja y cargada de ambigüedad, genera un dinamismo interesante que se extiende más allá de la simple persecución.

El guion, adaptado de la novela de Stephen Fry, se distingue por su prosa elegante y poética, incluso en los momentos más tensos. La escritura es cuidada y detallada, explorando la psicología de los personajes con profundidad. Sin embargo, en ocasiones, la verbosidad puede ser un ligero obstáculo, ralentizando el ritmo y desviando la atención del espectador. El uso de flashbacks, aunque necesario para comprender el pasado de Henry, a veces resulta algo artificioso y resta fluidez a la narrativa. No obstante, la atmósfera gótica y opresiva que envuelve la isla de las Tormentas y los elementos de suspense psicológico son elementos que mantienen al espectador enganchado. La película juega muy bien con la incertidumbre, dejando al descubierto la fragilidad de la cordura y las consecuencias de los secretos.

En definitiva, “El ojo de la aguja” es una película inteligente y atmosférica que, aunque carece de originalidad absoluta, se beneficia de las actuaciones excepcionales de su reparto y una dirección que domina el género del suspense. No es una película para todos los públicos, pero aquellos que aprecien los thrillers psicológicos, la complejidad de sus personajes y la atmósfera sombría, encontrarán en ella una experiencia estimulante y memorable.

Nota: 7/10