El ojo mentiroso (1981)

“El ojo mentiroso” (1989) es una joya oscura y perturbadora, una película que se adentra en las profundidades de la obsesión, la paranoia y el deterioro de la moral. La dirección de Irvin Kershner, conocido principalmente por sus epopeyas de ciencia ficción como “El imperio contraataque”, aquí demuestra una habilidad sorprendente para la atmósfera y el suspense psicológico. Kershner crea un ambiente claustrofóbico y opresivo, utilizando la iluminación sombría y los espacios reducidos del edificio como reflejo del estado mental de Darryl Deever (William Hurt), un hombre que se encuentra atrapado en una espiral descendente con consecuencias fatales.

La película se centra en la inquietante transformación de Darryl Deever, interpretado magistralmente por William Hurt. Hurt ofrece una actuación sutil pero profundamente emotiva, transmitiendo la creciente inestabilidad emocional y la pérdida de control del personaje. Su mirada, llena de duda y vulnerabilidad, es el eje central de la película. Hurt no recae en expresiones grandilocuentes, sino que construye el personaje a través de gestos minúsculos y miradas reveladoras, sumergiéndonos en su creciente desasosiego. Sigourney Weaver, como Tony Sokolow, ofrece una presencia imponente y un encanto natural que contrasta con la fragilidad de Darryl, creando una dinámica compleja y tensa. La química entre ambos actores es palpable, realzada por la necesidad que ambos sienten de comprender la verdad.

El guion, coescrito por Warren Beatty y Kurt Lieber, es intrincado y lleno de giros inesperados. La trama, aunque aparentemente sencilla, se complica con cada revelación, manteniendo al espectador constantemente en vilo. La película explora la ambigüedad moral, cuestionando la fiabilidad de la percepción y la veracidad de la memoria. No hay un “bueno” o un “malo” claro, y la película juega con la idea de que la verdad puede ser subjetiva e incluso manipulada. La tensión se construye lentamente, con diálogos agudos y momentos de silencio cargados de significado. El uso del video como elemento narrativo es innovador para la época, y añade una capa adicional de complejidad a la trama, permitiendo al espectador cuestionar la autenticidad de las imágenes y la memoria de Darryl.

“El ojo mentiroso” no es una película fácil de ver. Es oscura, inquietante y exige una atención plena del espectador. Sin embargo, su complejidad, su atmósfera opresiva y las actuaciones excepcionales la convierten en una experiencia cinematográfica memorable. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas profundas sobre la naturaleza de la verdad, la obsesión y la responsabilidad. Es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han terminado de rodar.

Nota: 8.5/10