El padre (2020)

“El Padre” (The Father), la última película de Florian Zeller, no es solo un drama familiar; es una inmersión profunda en la desesperación y la fragilidad de la memoria. Zeller, conocido por sus adaptaciones de sus obras de teatro, demuestra una maestría innegable en la manipulación del tiempo y la percepción, entregando una experiencia cinematográfica inquietante y, a la vez, extraordinariamente humana.

La película se centra en Anthony, interpretado magistralmente por Anthony Hopkins. Hopkins ofrece una actuación colosal, capaz de transmutar a su personaje con cada toma. Su Anthony es un hombre de 80 años que lucha contra la demencia, pero no de la forma convencional que solemos ver en el cine. No hay locura, no hay gritos, no hay gestos teatrales. En cambio, se le presenta como un hombre que está constantemente desorientado, que se equivoca, que olvida, pero que, en esencia, sigue siendo un hombre que se aferra a la realidad de su vida, a su hogar, a su pasado. Esta sutileza es, a mi juicio, la clave del éxito de la película. Hopkins no recae en clichés; nos obliga a ser testigos de la lenta erosión de la mente de Anthony, observando cómo las verdades se distorsionan y las relaciones se vuelven inciertas.

La dirección de Zeller es impecable. La narrativa no es lineal, sino fragmentada, utilizando flashbacks y sueños que contribuyen a la confusión y la desorientación del protagonista y del espectador. La fotografía, con tonos grises y apagados, refuerza la atmósfera de aislamiento y desconfianza. El sonido, en particular el uso de la música, es sutil pero potente, creando una tensión constante que se intensifica a medida que la película avanza. La utilización del blanco y negro, a pesar del uso ocasional de color, es una decisión audaz que eleva la calidad visual de la obra. A menudo, el silencio, interrumpido por el suave arrullo de la música, es tan importante como cualquier diálogo.

La película también ofrece interpretaciones sólidas por parte de Olivia Colman, quien interpreta a la hija atormentada de Anthony, Anne, y de Frank Langella, como el amigo de la familia que intenta ayudar al protagonista. Sin embargo, la verdad es que el foco central siempre debe estar en la actuación de Hopkins, que redefine lo que es posible en el cine. La relación entre Anthony y Anne es compleja y está llena de matices, y la interpretación de Colman captura a la perfección la frustración, el dolor y el amor que siente por su padre. La película, en su esencia, explora la dificultad de aceptar la pérdida, la carga de la responsabilidad y la inevitabilidad del envejecimiento.

A pesar de su tono sombrío, “El Padre” no es una película depresiva. Más bien, es una meditación sobre la naturaleza de la memoria, la percepción y las relaciones humanas. Zeller plantea preguntas difíciles sobre cómo vivimos nuestras vidas y cómo tratamos a nuestros padres al final de sus vidas. Es un trabajo que merece ser visto y analizado, una película que te perseguirá incluso después de que la pantalla se apague. Es una obra maestra de la introspección cinematográfica.

Nota: 9/10