El Papa Francisco. Un hombre de palabra (2018)

“El Papa Francisco. Un hombre de palabra” no es simplemente un documental sobre el Papa, sino una exploración profunda y conmovedora de la fe, la humildad y la responsabilidad que conlleva el liderazgo espiritual en el siglo XXI. Wim Wenders, conocido por su sensibilidad visual y su capacidad para capturar la esencia de los personajes, se enfrenta aquí a un tema enormemente complejo, y la película, a pesar de su formato documental, logra una resonancia inesperada.

La dirección de Wenders es magistral. No se trata de un enfoque grandilocuente ni de una búsqueda de imágenes impactantes en sí mismas. Más bien, se centra en la observación paciente y discreta. Permite al espectador ser testigo del Papa Francisco en su rutina diaria, en sus encuentros con líderes mundiales, en sus momentos de oración y reflexión. Se observa su humanidad, su vulnerabilidad, su constante búsqueda de comprender el sufrimiento humano. La película no intuye, sino que muestra, y en esa simplicidad reside su fuerza. Wenders sabe que el verdadero poder del Papa reside en sus palabras y en su comportamiento, no en espectaculares tomas de acción.

El documental sigue al Papa en sus viajes, y la elección de estos lugares –desde las Naciones Unidas, donde se debate sobre la pobreza y la desigualdad, hasta la Zona Cero en Buenos Aires, lugar de un acto de valentía histórico, y finalmente, Yad Vashem– es crucial. Estos escenarios no son meros fondos de pantalla; son ventanas al mundo que el Papa Francisco quiere entender y en el que desea influir. La película aprovecha al máximo estos viajes, capturando no solo los discursos y las entrevistas, sino también las interacciones sutiles entre el Papa y las personas que encuentra en su camino. Se le ve escuchando, preguntando, mostrando empatía. La cámara no juzga, simplemente registra.

La ausencia de una voz narrativa explícita y el uso minimalista de música ambiental refuerzan la ambigüedad intencional del documental. Wenders no se ofrece a dar respuestas fáciles, ni a simplificar las complejidades de la fe o de la condición humana. Más bien, invita al espectador a hacerse sus propias preguntas. La película se presta a la reflexión y a la discusión, no a la adhesión dogmática. El documental es un punto de partida para un diálogo, no una conclusión.

Aunque el formato documental puede parecer restrictivo, Wenders logra, con su habitual sensibilidad, crear una experiencia cinematográfica rica y conmovedora. “El Papa Francisco. Un hombre de palabra” es, en definitiva, un homenaje a la humildad, la compasión y la búsqueda constante de justicia que define a esta figura pública singular. La película es un recordatorio poderoso de que el verdadero liderazgo reside en la capacidad de escuchar y de mostrar empatía por el sufrimiento de los demás.

Nota: 8/10