El pequeño Nicolás (2022)

“El pequeño Nicolás” es mucho más que una simple comedia para toda la familia; es un pequeño universo lleno de nostalgia y un reflejo, a menudo desmitificado, de la creación artística. Jean-Jacques Sempé y René Goscinny no construyen un relato convencional de aventuras infantiles, sino que ofrecen una ventana íntima al proceso creativo, una mirada privilegiada al trabajo de dos genios ilustradores. La película, a pesar de su aparente sencillez y su estilo visual que recuerda a los cómics, es sorprendentemente inteligente y conmovedora.

La dirección de Claude Lelouche logra capturar la esencia de la relación entre Sempé y Goscinny, no como dos artistas famosos, sino como dos amigos que comparten una visión particular del mundo. El uso de la animación, no como un añadido visual, sino como una extensión natural de la narración, es magistral. La fluidez de la imagen, la posibilidad de plasmar sus pensamientos y sensaciones directamente en la pantalla, refuerza la idea de que están hablando con nosotros, como si fuera un diálogo honesto y sin filtros. Esta técnica, innovadora para su época, sigue siendo sorprendentemente efectiva.

Las actuaciones, aunque no se centran en interpretaciones convencionales, son extraordinarias. André Dumazet, quien da vida a Nicolás, transmite con su mirada y sus gestos una increíble profundidad de personalidad. Su niño risueño, travieso y, a veces, ligeramente melancólico, se siente como un reflejo de las propias intenciones de Sempé y Goscinny: un niño curioso, inteligente y con un espíritu libre. La química entre Dumazet y el resto del equipo de actores crea una atmósfera de calidez y cercanía que es fundamental para el éxito de la película.

El guion es, sin duda, el corazón de "El pequeño Nicolás". No existe una trama lineal, sino una serie de conversaciones, reflexiones y momentos de complicidad. La película explora temas como la amistad, la creatividad, la infancia, la ambición y la importancia de seguir tus propios sueños. Sin embargo, estas reflexiones no se presentan de forma didáctica o moralizante. En cambio, se integran de forma orgánica en la narrativa, a través de las interacciones entre los personajes. La película celebra la libertad de la imaginación y la alegría de crear, y, al mismo tiempo, reconoce las dificultades y los sacrificios que a menudo acompañan a la vida de un artista. Es una película que te invita a pensar, a sonreír y, sobre todo, a creer en el poder de la fantasía.

En definitiva, "El pequeño Nicolás" es una joya cinematográfica, una película original, conmovedora y profundamente humana. Una experiencia visual y auditiva que merece ser descubierta y revisitada. Es un canto a la amistad, a la creatividad y a la importancia de conservar la inocencia y la imaginación de la infancia.

Nota: 8.5/10