El primer caballero (1995)

“El primer caballero” (2001) no es una epopeya para olvidarse fácilmente, aunque su impacto en la cultura popular fue, quizás, más sostenido que su calidad cinematográfica pura. Dirigida por Jerry Zucker y escrita por Michael G. Gazzo y Richard Helfer, la película se atreve a rescatar la mitología artúrica de una forma moderna y, en gran medida, efímera. Lo que la película consigue, sin embargo, es ofrecer una visión particular y, a menudo, sensacionalista de la legendaria historia, con un enfoque innegablemente centrado en la tensión romántica entre Ginebra y Lanzarote. Y es precisamente esta tensión la que define la experiencia de ver la película, a veces a costa de la profundidad narrativa.

La dirección de Jerry Zucker aporta un dinamismo y una estética visual que reflejan la épica del relato. Las escenas de batalla son coreografiadas con una intensidad que, si bien no son particularmente innovadoras, sí mantienen el interés del espectador. Sin embargo, la película cae en la tentación de excesos visuales, sobre todo en las explosiones, que, para mi gusto, restan credibilidad al contexto histórico y al tono dramático que se intenta establecer. La banda sonora de Rachel Portman, aunque eficaz en ciertos momentos, también tiende a ser un poco predecible y repetitiva, reforzando esa sensación de artificio.

Las actuaciones son, en general, sólidas. Kenneth Branagh, en el papel de Arturo, aporta una presencia imponente y una interpretación matizada del rey atormentado por el deber y la responsabilidad. Jennifer Ehle, como Ginebra, se desenvuelve con naturalidad y transmite la complejidad de su personaje: una mujer fuerte, inteligente y leal, pero también vulnerable y capaz de sentir amor. La química entre Branagh y Ehle es, sin duda, el punto fuerte del filme. Sin embargo, la figura de Lanzarote, interpretada por Chris O'Donnell, resulta algo plana y carente de profundidad. Su arco narrativo es limitado y su personaje, aunque atractivo visualmente, no logra generar una conexión emocional significativa con el público. Quizás el guion, en su intento de concentrarse en la relación entre Ginebra y Lanzarote, sacrifica otros elementos importantes de la historia.

En definitiva, “El primer caballero” es una película entretenida, con un despliegue visual interesante y unas actuaciones convincentes, pero que no llega a consolidarse como una reinterpretación memorable de la leyenda artúrica. Su enfoque primario en la trama romántica, si bien logra mantener el interés del espectador en la primera mitad, termina diluyendo el trasfondo histórico y el peso de las decisiones que enfrentan los personajes. Es una película agradable para pasar el rato, pero que no dejará una huella duradera. Es un producto del Hollywood de los 90 y principios de los 2000, buscando un público amplio y familiarizándose con un relato clásico, sin profundizar en su riqueza.

Nota: 6/10