El principiante (1990)

“El Principiante” (The Rookie) es un thriller de acción que, a primera vista, podría parecer otra entrega más del ciclo de películas policiales de los noventa, pero que se distingue notablemente por la química entre Clint Eastwood y Charlie Sheen, y por una dirección que, aunque no es revolucionaria, cumple su cometido con eficacia.

La película se centra en la tensa relación entre Pulovski, interpretado magistralmente por Eastwood, un veterano gruñón y endurecido por años en la policía, y David Ackerman, el novato David, interpretado por Sheen. Eastwood, en su momento más característico, ofrece una actuación sólida y convincente, transmitiendo a la perfección la frustración y la exasperación de un hombre que ha visto demasiado y que no entiende las nuevas generaciones. Su Pulovski no es un héroe, es un hombre cansado que simplemente quiere que le respeten, y Eastwood lo interpreta con una naturalidad que pocos actores logran. Sheen, por otro lado, aporta una energía juvenil y nerviosismo que contrasta con la experiencia de Pulovski, creando un dinámico tira y afloja que impulsa la trama.

La dirección de Richard Donner es funcional. No busca la innovación estilística, sino que se centra en mantener el ritmo y la tensión de la historia. Las escenas de persecución son decentes, aunque no destacan por su originalidad o coreografía. La fotografía, aunque no es la mejor en su género, cumple su función, creando un ambiente de decadencia urbana y crimen organizado. Donner sabe cómo dirigir un buen tiroteo y las secuencias de acción, si bien no son memorables, son competentes y fluidas. Lo más interesante es que la película sabe mantener la tensión a pesar de su esquema predecible.

El guion, escrito por Stephen Kaplan y James Wallon, se beneficia del conflicto entre los dos protagonistas, pero también sufre de algunas lagunas. El desarrollo de los personajes secundarios, incluyendo los miembros de la banda criminal, es superficial. Sus motivaciones son poco exploradas y sus personajes carecen de profundidad. El tema de la experiencia versus la juventud es explorado de manera sutil, pero podría haber sido más desarrollado. Hay momentos de humor, a menudo forzado, que rompen el tono serio de la historia, pero que en general no desentonan. El giro argumental final es, en definitiva, previsible, aunque efectivo en su ejecución.

En última instancia, “El Principiante” es un entretenimiento sólido, bueno para una noche de cine. La interpretación de Eastwood y la química con Sheen son los puntos fuertes de la película, y la dirección cumple su cometido. Es una película olvidable, pero sin ser particularmente mala. Se disfruta sin grandes pretensiones y ofrece, sobre todo, un ejemplo de lo que Clint Eastwood sabe hacer a sus años.

Nota: 6.5/10