El protegido (2000)

“El protegido” (The Negotiator), la última película de Robert De Niro, es una obra sorprendentemente inquietante y, en ocasiones, desconcertante. Más allá de su premisa inicial, que puede parecer extraña o incluso absurda para algunos espectadores, la película se revela como una meditación profunda sobre la moralidad, la responsabilidad y las consecuencias de nuestros actos, incluso los aparentemente insignificantes.

La dirección de Don Copolla es magistral. No se limita a contar la historia, sino que la imbuye de una atmósfera opresiva y perturbadora. La película es un estudio visual, con planos largos, encuadres contemplativos y una iluminación que a menudo sugiere algo siniestro y oculto. La paleta de colores, con tonos apagados y grises, contribuye a esta sensación de incomodidad y desasosiego. Copolla juega constantemente con el espectador, invitándolo a cuestionar lo que ve y a desconfiar de las apariencias. La película no ofrece respuestas fáciles; en cambio, se centra en generar preguntas y dejar al público reflexionando sobre la naturaleza del mal.

El núcleo de la película reside en la interpretación de Robert De Niro. Su personaje, David Dunn, es un hombre taciturno y solitario, un hombre de negocios aparentemente normal que, sin saberlo, se ve envuelto en una cadena de eventos que le obligan a confrontar su propia oscuridad. De Niro ofrece una actuación sutil pero increíblemente poderosa, transmitiendo una mezcla de vulnerabilidad y frialdad que lo convierte en un personaje complejo y memorable. Su rostro, en particular, es un crisol de emociones, revelando destellos de desesperación y remordimiento. La química entre De Niro y Frank Langella, quien interpreta al abogado que intenta defender a Dunn, es igualmente convincente. La tensión entre ellos es palpable y añade una capa adicional de drama a la historia.

El guion, firmado por Cormac McCarthy, es deliberadamente ambiguo y abierto a interpretación. La película no se esfuerza por explicar los orígenes de la maldad ni por ofrecer una justificación para las acciones de Dunn. En cambio, se centra en las consecuencias de sus decisiones y en cómo estas reverberan a través del tiempo. La trama, aunque a veces lenta, se avanza con una meticulosidad que obliga al espectador a prestar atención a cada detalle. La construcción de la historia es gradual, y la revelación de la verdad, cuando llega, es impactante y profundamente inquietante. El uso del flashback, aunque no excesivo, es efectivo para dar contexto a los eventos que han llevado a la situación actual. Sin embargo, en ocasiones, la lentitud del ritmo puede frustrar a algunos espectadores. El enfoque en la atmósfera y el desarrollo psicológico, por muy efectivo, podría haber beneficiado de una mayor aceleración en ciertos momentos.

En definitiva, "El protegido" es una película que exige una experiencia cinematográfica activa. No es un entretenimiento ligero, sino una reflexión sobre la naturaleza humana que permanece en la mente después de salir de la sala. Una obra que, sin duda, se merece ser vista y discutida.

Nota: 7/10