“El puente de Cassandra” no es, quizás, la obra maestra de supervivencia que algunos pudieran esperar al ver el precario planteamiento inicial. Sin embargo, la película logra crear una atmósfera de claustrofobia y desesperación palpable que, a pesar de sus evidentes limitaciones técnicas, resulta sorprendentemente efectiva. La dirección de Paul Versal, aunque sin excesivas innovaciones, se centra en crear tensión a través de la composición de planos y el uso del sonido, lo que es crucial para un género tan dependiente de la sensación de peligro inminente. La película sabe aprovechar al máximo los espacios reducidos del tren, enfatizando la sensación de encierro y la imposibilidad de escapar a la amenaza que se cierne sobre los pasajeros.
La película, en su núcleo, es un thriller de tensión psicológica más que un espectáculo de acción. El guion, escrito por David Schwimmer y Michael George, se apoya en una premisa interesante: un terrorista dentro de un tren lleno de personas, un escenario perfecto para explorar la psicología humana bajo presión. Aunque a veces la trama se siente un poco forzada, especialmente en los momentos de revelación de la identidad del culpable, el guion logra mantener el interés del espectador gracias a los constantes dilemas morales y las decisiones desesperadas que se enfrentan los personajes. Hay un intento de profundizar en las motivaciones del terrorista, aunque este aspecto no llega a desarrollarse plenamente, lo que deja una sensación de incompletitud. Sin embargo, la película logra plasmar un debate interesante sobre la justificación de la violencia y las consecuencias de las acciones individuales.
Las actuaciones son, en general, sólidas. William Hurt, como el coronel Mackenzie, ofrece una interpretación convincente y sobria, transmitiendo la determinación y el peso de la responsabilidad que carga. El resto del elenco, incluyendo a la bella Laura Linney como la doctora Chamberlain, cumple con creces las expectativas. La química entre Hurt y Linney es notable, contribuyendo a la credibilidad de la relación entre el coronel y su esposa, quien lucha por mantener la compostura frente a la crisis. Es un papel sutil pero efectivo que añade una capa de complejidad a la narrativa. La interpretación del villano, aunque no destaca por ser particularmente aterradora, es suficiente para plantar dudas y generar la tensión necesaria.
Sin embargo, la película no está exenta de fallos. Algunos momentos resultan excesivamente melodramáticos, y la resolución, aunque lógica, no es particularmente sorprendente. La tensión generada inicialmente se diluye en algunos puntos, y la película recurre a algunos clichés del género. Pero, a pesar de estas pequeñas imperfecciones, "El puente de Cassandra" logra crear una experiencia cinematográfica memorable, un thriller claustrofóbico que obliga al espectador a reflexionar sobre la fragilidad de la sociedad y la capacidad humana para la supervivencia, incluso en las circunstancias más extremas. No es una película que revolucionará el género, pero sí una que, con un mínimo esfuerzo, vale la pena ver si se busca un thriller de suspense sólido y bien ejecutado.
Nota: 6.5/10