El quinto poder (2013)

“El quinto poder” no es solo una película sobre WikiLeaks, sino una meditación inquietante sobre la responsabilidad, el poder y el dilema moral que surge cuando la información, por más incómoda que sea, se pone a disposición del público. La película de Alex Gibney construye un relato absorbente y, a menudo, perturbador sobre el ascenso meteórico de Julian Assange y Daniel Domscheit-Berg, quienes, con su hackeo y sus herramientas, transformaron radicalmente el panorama mediático y político. Gibney consigue capturar la atmósfera de urgencia y frustración que permeaba el equipo de WikiLeaks, un grupo de idealistas con la convicción de que la transparencia era la clave para una democracia saludable.

La dirección de Gibney es, en general, impecable. No se limita a cronometrar los eventos; se sumerge en la psicología de los personajes, explorando sus motivaciones, sus frustraciones y sus ambiciones. La película evita caer en una simple glorificación o demonización de Assange. Presenta a Assange como un hombre complejo, impulsado por una profunda desconfianza hacia las instituciones y una necesidad imperiosa de denunciar abusos de poder. Sin embargo, también muestra las consecuencias de sus acciones y el impacto que tuvieron en su vida personal y en el suyo. Daniel Domscheit-Berg, interpretado con una sorprendente mezcla de ingenuidad y determinación por Edward Snowden, ofrece un contrapunto crucial, representando la voz de la razón y la conciencia en el frenesí de la acción. Sus interacciones, a menudo tensas pero siempre honestas, son el corazón del relato.

El guion, aunque densamente informativo, no se siente cargado ni monótono. Gibney incorpora entrevistas con figuras clave del mundo de la ciberseguridad, ex funcionarios gubernamentales y periodistas, enriqueciendo la narrativa con diversas perspectivas. La película explora a fondo el contexto histórico y tecnológico que permitió el surgimiento de WikiLeaks, mostrando cómo las herramientas de la era digital podían ser utilizadas para desafiar el poder establecido. No obstante, el ritmo es algo desigual. Algunos segmentos, centrados en la documentación de los cables diplomáticos, pueden sentirse repetitivos y lentos. Un mayor enfoque en el impacto de la filtración de los documentos en los distintos países sería beneficioso para comprender plenamente las implicaciones políticas y sociales del evento.

En definitiva, “El quinto poder” es una película importante y provocadora. Plantea preguntas incómodas sobre la libertad de prensa, la vigilancia gubernamental, la responsabilidad de los periodistas y el papel de la tecnología en la era digital. No ofrece respuestas fáciles, pero obliga al espectador a reflexionar sobre los límites del secreto y las consecuencias de exponer la verdad, incluso cuando esa verdad es dolorosa. Es una película que se queda contigo mucho después de que terminan los créditos.

Nota: 8/10