El regreso de Dorothy al mundo de Oz (2014)

“El Regreso de Dorothy al Mundo de Oz” es, en esencia, una carta de amor nostálgica al clásico de 1939, pero que se queda a medio camino entre el homenaje y la simple repetición. La película, dirigida por Andrew Lloyd Webber (sí, ese Andrew Lloyd Webber de “El Fantasma de la Opera”), se presenta con un despliegue visual deslumbrante, una banda sonora teatralidad a gritos y una producción que, en su conjunto, no escatima en efectos especiales y elaborados escenarios. Sin embargo, la historia, si la podemos llamar así, carece de la profundidad y el espíritu original que hicieron que la primera película fuera un hito.

La premisa, si bien aparentemente simple, se complica rápidamente en una maraña de peligros y personajes secundarios que, en gran medida, no están bien desarrollados. La necesidad de Dorothy para salvar Oz, una vez más, se siente forzada y, en cierto modo, innecesaria. La película, en lugar de explorar por qué Oz necesita su heroína, simplemente la presenta como la única esperanza, lo cual disminuye el impacto emocional. La amenaza del Bufón, interpretado por original y carismático Jack Black, sí que es un villano interesante, con un humor negro que a veces funciona y otras, se siente descontextualizado dentro del tono general de la película. Black aporta una energía vibrante y una presencia escénica que compensan, en parte, la falta de pulido en el resto del reparto.

El guion se siente a menudo apresurado, saltando de una secuencia a otra sin dar tiempo suficiente para que el espectador se conecte con los personajes o comprenda las motivaciones detrás de sus acciones. La relación de Dorothy con Toto, un elemento central en la película original, se diluye considerablemente, reduciéndose a una presencia ocasional en la pantalla. Las secuencias de acción, aunque visualmente impactantes, carecen de la tensión y el suspense que se esperaría de un viaje peligroso. El Laberinto, la Cueva de los Dragones y el desafío con la Malvada Bruja del Oeste son ideas interesantes que, sin embargo, se ejecutan de manera superficial y poco convincente.

Las actuaciones son, en su mayor parte, aceptables, aunque no destacables. Michelle Yeoh como Glinda, la Buena Bruja, ofrece una interpretación sólida, pero su personaje no recibe el desarrollo que merecía. La fotografía y la dirección artística son impecables, creando un mundo de Oz exuberante y mágico. La banda sonora, como era de esperar de Andrew Lloyd Webber, es grandiosa y teatral, complementando perfectamente la estética visual de la película. Sin embargo, la música, a pesar de ser impresionante, a veces parece competir con la trama en lugar de servir para enriquecerla. En definitiva, “El Regreso de Dorothy al Mundo de Oz” es un espectáculo visualmente atractivo pero narrativamente frágil, una oportunidad perdida para revitalizar un clásico y un adiós menos emotivo de lo que se esperaba.

Nota: 6/10