El regreso de Falcon (2014)

“El regreso de Falcon” no es, sin duda, un thriller de acción al estilo de John Wick, sino una película que se adentra en la oscuridad del alma de su protagonista, John Chapman, y en los rincones más sórdidos de São Paulo. La dirección de Clark Moore es ambiciosa, utilizando el claustrofóbico ambiente de la ciudad para reflejar la desorientación y el tormento interno del personaje principal. A menudo recurre a primeros planos muy cercanos, casi documentalmente, que atrapan la angustia en los ojos de Michael Peña, un actor que entrega una actuación impresionante. Peña logra transmitir la amargura, la desesperación y la necesidad de redencción de Chapman con una sutileza que es, quizás, la mayor fortaleza de la película.

Sin embargo, la película no se queda en la mera interpretación. Moore logra construir un mundo criminal creíble y despiadado, sin recurrir a clichés o simplificaciones. Los detalles de la red de tráfico de drogas, la corrupción policial y la explotación sexual son palpables y, a pesar de no ser necesariamente glorificados, se presentan con una honestidad que a veces resulta perturbadora. La puesta en escena es impecable, desde la iluminación sombría hasta la fotografía que captura la humedad y la mugre de la ciudad. No obstante, la película se permite, a veces, excederse en la estética sombría, llegando a momentos que pueden resultar un poco artificiales y centrados en la propia atmósfera, en detrimento de la trama.

El guion, a cargo de Andrew Davies, es una de las áreas más complejas. Si bien la premisa de un ex marine atormentado por su pasado es original, la historia no siempre fluye con la soltura que se espera. Hay momentos de diálogos agudos y otros, más pausados y contemplativos, que se adaptan perfectamente al tono melancólico de la película. Pero también hay ciertas escenas de acción que, aunque bien coreografiadas, se sienten un poco forzadas y desvinculadas del resto de la narrativa. El ritmo de la película es irregular, alternando periodos de intensa tensión con escenas de diálogo más lentas, lo que puede resultar desconcertante para el espectador. La construcción del trasfondo de Chapman, aunque necesaria, podría haberse desarrollado con mayor profundidad, lo que habría enriquecido su arco narrativo.

A pesar de estas pequeñas inconsistencias, “El regreso de Falcon” es una película que merecía ser vista. Es un thriller psicológico con toques de acción que explora temas como el trauma, la culpa y la búsqueda de la redención. La actuación de Michael Peña es sobresaliente, y la dirección de Clark Moore demuestra ser un talento prometedor. Aunque no es una obra maestra, la película ofrece una experiencia cinematográfica particular, que invita a la reflexión sobre las consecuencias de la guerra y la dificultad de escapar del pasado. Es una película que, sin duda, marca un paso adelante en la carrera de sus creadores.

Nota: 7/10