El regreso de los siete magníficos (1966)

“El Regreso de los Siete Magníficos” es mucho más que un simple western; es una declaración de intenciones, una suerte de himno a la resistencia y la lealtad, envuelto en un barniz de acción pulp y estética de los años 70. La película, dirigida por John Sturges, no intenta ser un drama introspectivo ni un análisis profundo de la violencia. En cambio, se centra en la pura y dura necesidad de sobrevivir, en la dignidad de los hombres que han perdido todo y que, aun así, se niegan a rendirse.

La dirección de Sturges es magistral en su eficiencia. Él entiende que la acción, aunque espectacular, debe estar impregnada de un ritmo pausado, que permita a la audiencia conectar con los personajes y comprender la desesperación en la que se encuentran. Las secuencias de tiroteo, aunque contenidas en comparación con los estándares actuales, son fluidas, dinámicas y, sobre todo, realistas. No se trata de explosiones innecesarias, sino de enfrentamientos directos y duros, donde cada bala cuenta y donde la habilidad y el instinto son claves para la supervivencia. Sturges demuestra una clara maestría en el uso del espacio, utilizando los paisajes desérticos de Nuevo México como un personaje más, un elemento que define el ambiente y la soledad de los protagonistas.

La película se sostiene en gran medida gracias a las interpretaciones de sus actores. Yul Brynner, en el papel de Chris Adams, entrega una actuación imponente, pero no sobreactuada. Su rostro, curtido por la vida y marcado por el sufrimiento, transmite una autoridad natural y un compromiso silencioso. La presencia de Brynner, junto con la de Steve McQueen, Steve Kaney, James Coburn, Charles Bronson y William Hansen, crea una dinámica interesante. No se trata de un grupo de héroes convencionales, sino de hombres con sus propios defectos y motivaciones, unidos por la necesidad de proteger a los débiles. El desarrollo del personaje de Chris Adams, a lo largo de la película, es notable, pasando de ser un hombre amargado y solitario a un líder que inspira a otros a luchar.

El guion, aunque sencillo en su estructura, es efectivo en la creación de tensión y suspense. La trama se centra en la venganza y la protección, elementos que siempre han resonado en el género western. Sin embargo, lo que realmente destaca es la atmósfera opresiva que envuelve la película. La sensación de que el mal está presente en cada esquina, de que la libertad es un lujo inalcanzable, es palpable. El guion no se anda con rodeos, presentando a los bandidos como verdaderos villanos, sin justificaciones ni redenciones. La elección de los nombres de los personajes, por ejemplo, refleja su carácter y su destino. La película, en definitiva, es una advertencia sobre las consecuencias de la anarquía y la importancia de defender los valores de la justicia y la ley.

En resumen, “El Regreso de los Siete Magníficos” es una película de acción disfrutable y bien construida, que se erige como un clásico del género western. Es un homenaje a la valentía, la amistad y la perseverancia, con una puesta en escena cuidada y una dirección sólida. No es una obra maestra, pero sí una película que merece ser vista y apreciada por sus valores intrínsecos.

Nota: 7/10