“El reino” es una película que, a pesar de su evidente resonancia en el contexto político español actual, se queda a medio camino entre la fascinación por la intriga y la crudeza del drama humano. La dirección de Oriol Paulo, como es habitual, es precisa y elegante, construyendo una atmósfera de tensión constante a través de la meticulosa planificación de cada escena, las sombras y las miradas que revelan más de lo que dicen. No se trata de un thriller puramente visual, sino de una pieza que se alimenta de la incertidumbre y la desconfianza, elementos que se traducen en una experiencia cinematográfica inquietante y absorbente.
La película se centra en Manuel, interpretado con una maestría impresionante por Javier Gutiérrez. Gutiérrez ofrece una actuación sutil pero poderosa, transmitiendo la desesperación, el miedo y la determinación de un hombre que ve su mundo desmoronarse. No recurre a la grandilocuencia o a la teatralidad, sino que su interpretación reside en la observación cuidadosa de cada gesto, cada mirada, cada inflexión en la voz. Su Manuel es un hombre vulnerable, pero también resuelto a luchar contra la maquinaria corrupta que se ha desatado en su contra. La química con Jorge Lorenzo Campa, quien encarna a Paco, su amigo, es otro punto fuerte de la película, generando un ambiente de sospecha y ambigüedad que enriquece la trama.
El guion, aunque a veces se inclina hacia la repetición de patrones y a un ritmo que puede sentirse un poco pausado, logra generar un fuerte suspense que te mantiene enganchado. La historia explora con detalle las consecuencias de la corrupción en la política, mostrando no solo los actos ilícitos en sí, sino también el impacto que tienen en las relaciones personales y en la pérdida de la confianza. Sin embargo, la película no ofrece respuestas fáciles ni juicios definitivos. Al contrario, nos deja con un final abierto que invita a la reflexión sobre la complejidad del sistema y la dificultad de romper con él. El guion, en esencia, se enfoca en la lucha interna de un hombre y su búsqueda de verdad, dejando al espectador con la sensación de que la realidad es mucho más oscura y retorcida de lo que se muestra en pantalla.
Es cierto que la película juega con el cliché del thriller político, y algunos de los diálogos son algo forzados. No obstante, la dirección artística, la banda sonora y la actuación de Gutiérrez logran superar estas debilidades, transformando la trama en una experiencia cinematográfica memorable. “El reino” es, en definitiva, una película provocadora que nos obliga a cuestionar el sistema en el que vivimos y a reflexionar sobre la fragilidad de la reputación y la justicia en un mundo dominado por el poder. Es una película que, a pesar de sus limitaciones, valora la pena ver por su capacidad de generar inquietud y debate.
Nota: 7/10